Pablo Larraín cierra su trilogía sobre mujeres icónicas del siglo XX con “María”, un retrato íntimo y melancólico de la legendaria soprano María Callas, interpretada de manera increíble por Angelina Jolie. Tras explorar la vida de Jackie Kennedy con Natalie Portman en “Jackie” y la de la princesa Diana con Kristen Stewart en “Spencer”, el director chileno vuelve a conjugar realidad y psicología en un relato que ahonda en la tristeza y el aislamiento de sus protagonistas.
La película sigue los últimos días de Callas en París, donde vive recluida, consumida por la nostalgia y el vacío de no poder hacer lo que más ama: cantar. Larraín teje su característico juego entre lo real y lo subjetivo, presentando a una mujer atrapada en su propio laberinto emocional. Al igual que en sus películas anteriores, el director retrata a una figura femenina atormentada, agobiada por su entorno y sumida en la depresión. La lucha interna de Callas por aferrarse a los recuerdos gloriosos de su juventud y su batalla contra la soledad se ven reflejadas en su relación con los barbitúricos y en una realidad que se fusiona con la irrealidad.
Angelina Jolie entrega una interpretación llena de matices, logrando transmitir con precisión la complejidad de Callas. Su actuación equilibra la fragilidad de una mujer que ha perdido su propósito con la fuerza de una diva que anhela el aplauso del público. Su expresividad y su entrega emocional hacen de este papel uno de los más destacados de su carrera. Sin embargo, es lamentable que no haya sido considerada en las nominaciones al Oscar como Mejor Actriz, ya que su trabajo es digno de reconocimiento.
Uno de los aspectos que juega en contra de la película es el uso del lip sync en las escenas de canto, que por momentos se siente desfasado, restando un poco de credibilidad a la interpretación. No obstante, esto no eclipsa la meticulosa puesta en escena. La ambientación y el vestuario son sobresalientes, capturando con detalle la elegancia y el amor por la moda de Callas. Los atuendos utilizados por Jolie reflejan el refinamiento y el gusto exquisito de la soprano, aportando un deleite visual que enriquece la narrativa.
“María” es un cierre digno de la trilogía de Larraín, consolidando su visión cinematográfica sobre mujeres atrapadas en sus propios conflictos internos. A través de una dirección sensible y una interpretación conmovedora de Jolie, la película nos sumerge en los últimos días de una artista inolvidable, marcada por la nostalgia, la pasión y el deseo irrefrenable de volver a ser quien fue.