La gastronomía siempre ha estado en auge, todos sucumbimos a la buena comida, la popular, la gourmet, la casera o la callejera. Y con la llegada de las redes sociales, los chefs, cocineros y demás, comenzaron a brillar en este rubro, dejando ver, claro, lo bonito, lo rico y lo excitante, pero como en toda industria también hay claroscuros.
En las cocinas hay gente común y corriente con dilemas existenciales como todos. Ahí el tiempo apremia, el estrés es la constante y hay que tener la mente despierta, sin embargo, es de esperarse que ante tanta intensidad afloren y surjan todo tipo de emociones. Todo esto se retrata en la reciente película de Alonso Ruizpalacios: “La cocina”.
Basada en la obra de “The Kitchen” de Arnold Wesker, Alonso desarrolla una adaptación a blanco y negro donde le da visibilidad a través de la ficción a migrantes que son invisibilizados por la voraz globalización. Personas que como los que se dedican a la construcción o el campo, solo son vistos como mano de obra. Son gente que, también tiene una vida aunque ésta se consuma en horas extenuantes en la cocina de un restaurante de comida “comfort food”.
El hilo conductor es un cocinero mexicano de nombre “Pedro”, interpretado con gran elocuencia por Raúl Briones (“Una película de policías”), quien se ha “enamorado” de una mesera gringa llamada “Julia” y a quien da vida Rooney Mara (“La chica del dragón tatuado”). Ambos están en una relación apasionada que solo cobra vida en la cocina, donde están permanentemente, como si fuera un loop, porque cuando salen de ella, pareciera que no tienen nada en común.
Mientras su historia se desarrolla, “Pedro” tiene interacción con otros cocineros provenientes de otros países donde entre conversaciones salen a relucir soledades, depresiones, reflexiones machistas y racistas, pero también un humor negro increíble que está al dente. Y sobre todo se arroja ese precepto del que adolecemos los que tenemos más de 30 años, que a menudo creemos que el sacrificio y la infelicidad en un trabajo nos van a llevar a algo bueno, una esperanza que en realidad es una utopía.
Si bien la cinta dura casi dos horas con 30 minutos y algunos instantes parece que avanzan lentos, en realidad esto es lo más que se le podría criticar a la cinta. Los diálogos son inquietantes y poderosos, invariablemente te dejan una huella. Todo el elenco está increíble, sobre todo Raúl, quien encarna a un hombre manipulador y problemático con un carisma increíble que empatizas de inmediato, porque aunque suele ser un hijo de la chingada, le va mal como a todos nosotros, rompiendo con la ilusión del melodrama de que solo los villanos o antihéroes se la pasan bien. Con Rooney genera una increíble química donde, como en la buena gastronomía, la seducción es un acto irrevocable para conquistar al paladar.
SINOPSIS
Es la hora del almuerzo en “The Grill” en Manhattan, y ha desaparecido dinero de la caja. Todos los cocineros inmigrantes están siendo investigados, y “Pedro” (Briones) es el principal sospechoso. Es un soñador y un problemático, y está enamorado de “Julia” (Mara), una camarera americana que no puede comprometerse a una relación. “Rashid”, el dueño de “The Grill”, ha prometido ayudar a “Pedro” con sus papeles para que pueda “volverse legal”. Pero una sorprendente revelación sobre “Julia” lleva a “Pedro” a sumirse en un acto que detendrá la producción de una de las cocinas más ocupadas de la ciudad de una vez por todas.
“La Cocina” es un tributo trágico y cómico a las personas invisibles que mantienen nuestros restaurantes en funcionamiento y nuestros estómagos llenos, mientras persiguen una versión quizás inalcanzable del sueño americano.