La cinta chilena “Una mujer fantástica”, del director Sebastián Lelio, es una joya. Todos tendríamos la obligación de verla; nos abre los ojos a muchos tabúes que tenemos muy arraigados tanto heterosexuales como homosexuales hacia las personas transexuales. Esta cinta que ganó el domingo 4 de marzo el Oscar a mejor película extranjera, revela de una manera pacifista a través de su personaje “Mariana Vidal” (Daniela Vega) la violencia invisible que ejercemos, esa de la que tal vez no nos damos cuenta, pero que es indeleble.
La película aborda a “Mariana” como una mujer que vive su vida como todos los demás, canta en un bar, es mesera y tiene un novio, una noche que celebran el cumpleaños de ella, más tarde en el departamento, él –quien le dobla la edad– se siente mal, y es en el hospital que muere víctima de un aneurisma. Ella tiene que dar la noticia a la familia y todo comienza a ponerse “patas arriba”.
Es decir, “Mariana” comienza a ser juzgada por ser una mujer trans. Los médicos de alguna manera la ven involucrada en la muerte de su novio, la policía también la incrimina de manera indirecta, y el trato se vuelve hostil, lo mismo pasa con la familia, quienes la atormentan y la denigran con motes como “quimera”, incluso violentándola de manera física.
Al ver la cinta, me dio una profunda tristeza, no con el proyecto porque está bellamente realizado, con metáforas que le suman mucho. La tristeza que siento es con la realidad misma, que ésta es una ficción que es superada por lo que muchas mujeres y hombres trans viven día con día, el odio, las burlas, las miradas indiscretas y muchas más personas que se sienten con el derecho de acosarlos, tocarlos y amenazarlos.
La misma comunidad gay también es prejuiciosa y clasista, si no tienes determinado cuerpo, un look distinguido y además no eres varonil, no perteneces al estatus gay. Entonces, claro que el trato con la gente trans se vuelve aún más ríspido. Y la cinta, sin embargo, se supera a ella misma, porque “Mariana” lejos de entregarse al drama que vive, sale de él con la fuerza interior que tiene, con las ganas de vivir, de cantar, de amar y de ser amada, y eso es el mensaje primordial, que a pesar de la crítica social, somos seres que llegamos a tratar de ser felices a ratos, a momentos, para después tocar fondo y volver a comenzar.
Un aplauso para Daniela Vega, porque es una ACTRIZ en toda la extensión de la palabra y que ojalá que a partir de este éxito, más puertas se le abran. Y también un aplauso para el director que ha quitado barreras y ha elegido a una mujer trans para darle vida a una mujer trans, cosa que pocos creativos han hecho en anteriores producciones eligiendo a figuras reconocidas que se transforman en estos roles. Brindemos por un cine más inclusivo.
- Imagen de Cine CANIBAL