Una de las series más vistas de la plataforma Netflix, es “Emily en París”, una comedia ligera y divertida que sigue los pasos de una chica de Chicago radicada en París que se dedica al marketing, donde capítulo tras capítulo se va convirtiendo en una influencer, al mismo tiempo que va relacionándose con la ciudad, conociendo a los caballeros que la habitan y encontrando nuevas amistades.
Este proyecto es del creador Darren Star, la mente detrás de “Sex and the city”. Y sí, la serie tiene referencias a este éxito del que fue parte Sarah Jessica Parker, pero también del “El diablo viste a la moda” y “Gossip Girl”. La trama peca de superficial con clichés sobre la cultura francesa, donde se sigue alimentando la idea de que los francés son muy sexuaes, que son huraños, que trabajar no es precisamente algo que los llene y que bañarse o no, puede ser una cuestión de romanticismo.
“Emily”, interpretada por Lily Collins, tiene una personalidad dulce y positiva todo el tiempo, es cándida y a veces peca de ingenua, pero también es empoderada con una visión feminista. Si bien en más de una ocasión su personaje suele ser muy empalagoso, también está muy bien construido en el sentido de que describe muy bien a la trama que se quiere contar, la cual es divertida, pero que no quiere comprometerse con cuestiones sociales o políticas, simplemente es un show televisivo para ver a gente bonita con looks padrísimos en situaciones que pueden llegar a ser inverosímiles.
A diferencia de “Sex and the city” que mostraba a mujeres dueñas de sus decisiones y sus cuerpos con ropa fabulosa, o en “El diablo viste a la moda” donde las ambiciones profesionales se conjugan con el buen gusto, “Emily en París” se queda como un dulce que se disfruta por la ligereza de sus situaciones donde una joven americana fashionista y con ideas desarrolladas a partir de las redes sociales, busca impulsar a la agencia para la que trabaja mientras se enamora de un chef.
