La crisis existencial llega a nuestras vidas en varios momentos o etapas, es generadora de cambios, de miedos y de decisiones, puede ser un motor para dar el siguiente paso, o un freno que nos deja en la zona de confort, sin embargo la vida sigue y hay que hacerle frente.
Qué bonita y conmovedora es la cinta, “Minari” del director Lee Isaac Chung, nominada a seis premios Oscar en las categorías de mejor película, dirección, actor, actriz de reparto, guion y música original, es un drama de una familia coreana en busca del sueño americano.
Precisamente es una trama sobre personas que buscan generar un cambio en sus vidas, pero que no por el hecho de internarlo salen las cosas bien, hay que sacrificar cosas, sueños, metas, anhelos, ser tenaces y constantes y sin embargo, la moreleja es que tal vez las cosas no salgan como planeamos, pero que de ese negativo resultado siempre hay aprendizajes, y si uno los vive con lo seres que ama, pues el golpe duele menos.
“Jacob” (Steven Yeun) ha invertido los ahorros de su familia en una zona rural de Arkansas para producir vegetales coreanos. Su esposa “Mónica” (Han Ye-ri) no está de acuerdo, pero lo apoya. Mientras se adaptan a su nueva vida con sus hijos «David» (Alan S. Kim) y «Anne» (Noel Cho), atravesarán por una crisis matrimonial. Seguro que cualquiera que vea este contexto de la pareja, se sentirá muy identificado.
En el desarrollo de la historia aparece la abuela de la familia (Youn Yuh-jung), quien deja su país Corea para ayudar a cuidar a sus nietos. “David” siente una aversión por ella, pues siente que le quita su espacio, sin embargo, en la convivencia diaria aprenderá grandes lecciones de su abuela, porque es una mujer sabia y sumamente tierna, como él, qué niño tan inspirador y tan talentoso.
Qué importante que se retraten estas historias en Estados Unidos y el resto de América Latina, porque así como les pasa a los latinos que son retratados en estereotipos burdos en el cine, así también les pasa a los asiáticos, a quienes generalmente se les veía en la pantalla como una caricatura, y “Minari”, les da el respeto, la seriedad y el amor que merecen.
La película ofrece una mirada sobre el significado de la esperanza y la validación de querer ser alguien en la vida. Es una trama profunda, nostálgica y reflexiva que apela a la moraleja de que al caerse, hay que levantarse todas las veces que sea necesario porque la vida sigue y no se detiene.