Regresa la comedia mexicana “El juego de las llaves”. Esta segunda temporada es más pícara y sugestiva, pues nuevos enredos invitarán al público a engancharse con situaciones que siguen siendo a veces absurdas, pero que justo el tono de la serie las justifica.
Si bien la primera temporada se dejó ver un tanto tibia con respecto al juego sexual que planteaba, en estos recientes capítulos que llegan, sí hay mayor desinhibición, pero sigue estando algo fresa y siento que esta falta de punch se protege con la comedia que también se siente más fresca y natural, bien por los actores que también aportan mucho.
Sobre todo Fabiola Campomanes, para mí ella es quien tiene dominado tanto el tono de la serie, como el desarrollo de su personaje, está divina, se genera una empatía con ella al instante, cosa que no sucede con el personaje de mi querida Maite –“Adriana”– es odiosa por todos los ángulos, ojalá suceda algo interesante con su papel en los próximos episodios.
Dos iconos de la cultura pop se agregan a esta comedia, por un lado Alejandra Guzmán, quien es “Astrid”, una especie de mecenas del placer. La Guzmán se ve y se siente muy cómoda en este rol que le va como anillo al dedo, aunque todavía no sabemos bien a bien por qué surge su personaje o cuál será el detonante de éste. Pero sí, está padrísimo ver a Alejandra actuar.
Por otro lado está Laura León, quien incursiona en las series con “Gloria”, una suegra sobreprotectora y muy moralina; está encantadora “La Tesorito”, es un gran acierto traerla a este tipo de formatos, ojalá sucediera lo mismo con otras personalidades de los melodramas que pueden aportar mucho a estos contenidos que son más libres, sería genial también ver a Lucía Méndez, Maribel Guardia o Victoria Ruffo, así como ya sucedió también con Verónica Castro en “La casa de las flores”.
Regresando a “El juego de las llaves”, también veremos más a fondo como “Valentín” (Horacio Pancheri), se desenvuelve más en el círculo LGBT+, pues si bien aún no le ha contado a su padre machista que es gay, está viviendo con mayor libertad su sexualidad, formando un interesante y divertido trío “amistoso” con Christian Ramos y Gustavo Egelhaaf.
También considero que les falta más enjundia a los tres, es decir, que sí sientan que están interpretando roles homosexuales y que se transmita en pantalla toda esa dinámica sexual que sí tiene una vibra distinta a la que se ve a menudo en TV representada por heterosexuales. Yo que soy gay, puedo decirles que el sexo entre iguales tiene menos represiones, por ejemplo.
En esta nueva temporada no está Sebastián Zurita, pero sí Cristián de la Fuente, un sexy maduro que sube de nivel la temperatura, y quien será un vínculo importante con el personaje de “Adriana” (Maite Perroni). Los actores invitados son otro plus de la serie, ya vimos a Yahir y también forman parte figuras como Bárbara López y Michelle Rodríguez. Me está gustando mucho la nueva temporada, sí se nota una evolución en el tono y en las circunstancias.