Un poco de drama
¿Cuántas veces no hemos solapado a nuestros amigos con comentarios denigrantes y humillantes hacia otras personas? Podríamos pensar que no tenemos amigos violentos porque nunca nos han pegado y jamás se han agarrado a golpes en alguna fiesta.
Entre amigos es común que soltemos venenos criticando y burlándonos de otros porque son chistes locales que jamás saldrán de ahí porque existe –SEGÚN NOSOTROS– un código no escrito que nos respalda y no los delataremos porque simplemente son nuestros amigos y un comentario mala onda no le hace mal a nadie siempre y cuando “no salga de entre nosotros”.
Claro que yo me he puesto a rezar letanías satánicas en contra de alguna persona que no me cae bien o incluso de otros amigos que en ese momento merecían –según yo– de mi crítica feroz y convertirme en su verdugo moral y ético por su forma de actuar. Esto es violencia y no necesariamente por agarrarme a cachetadas a alguien que no es de mí agrado.
En una ocasión como reportera me tocó ir a una entrevista con Érika Loyo del Instituto Jalisciense de la Mujer y ahí supe que YO EJERCÍA VIOLENCIA y que también había sido violentada por amigos y parejas sentimentales o intentos de ello.
Érika me dio un “violentómetro”, un simple pedazo de papel con el que enumeraban los niveles de violencia: desde bromas hirientes, celar, culpabilizar, ridiculizar, intimidar o amenazar, prohibir, humillar en público, destruir artículos personales, manosear, caricias agresivas, empujar, encerrar, que no te dirijan la palabra, golpes, violaciones sexuales, mutilaciones y la muerte por asesinato.
Sin querer queriendo vi cada una de las palabras del violentómetro y me asusté reconociendo cada una de las acciones que “Anacleto” –una ex pareja- y otros amigos habían tenido conmigo: desde las mentiras, chantaje, condicionamiento de amor y amistad, ignorarme, haciéndome sentir inútil y tonta. “Anacleto” nunca me golpeó pero a decir del violentometro tenía altos índices de ser un hombre violento emocional y verbalmente, al igual que muchos de mis amigos y conocidos.
Solo en una ocasión “Anacleto” tuvo un arranque de cólera brutal –para mis niveles– y se puso como loco en una discusión sobre nuestro futuro: le pegó a la pared en un acto de desesperación porque supuestamente yo no entendía el tipo de relación a la que él estaba dispuesto. Gritó y gritó mientras le daba con el puño a la pared por un par de segundos.
Esto se lo conté a pocos amigos y algunos lo supieron después de que me alejé de él y pienso en cómo ellos reaccionaron o lo hubieran hecho de haber sido testigos. ¿Le hubieran dicho algo? ¿Le dejaron de hablar? ¿Me hubieran defendido? Creo que no. Al menos los que sabían jamás hicieron nada, solo se remitieron a decir “qué mala onda, tan tranquilo que se ve”, “está loco”, “tú eres la que te debes alejar”. Nadie fue bueno para irle a decir a “Anacleto” que le bajara dos rayitas a su violencia, quizá si me hubiera pegado otra historia hubiera sido.
Bien dice mi mamá que cada quien es libre de hacer con su rabo lo que quiera, pero si somos testigos de la violencia que otro ejerce somos cómplices. Tengo amigos que solo salen con chavas por sexo y aunque saben que quizá esa chica desea una relación un poco más formal o clara, esquivan el compromiso de decirle la verdad: “solo me gustas para tener sexo”. Eso no tiene nada de malo siempre y cuando la otra persona acepte que la relación solamente será para asuntos carnales y de vez en cuando ir al cine, cenar o tomarse una cerveza antes de irse a la cama. Si ellos no hablan claro son mentirosos y eso es violencia.
Hay amigos que nos condicionan su amistad hasta porque no le damos un pinche like a sus publicaciones en redes sociales, que te prohíben y celan verte con otras amistades, que te mienten para llamar la atención, que se burlan de ti a la mala frente a otros y hasta cuentan tus problemas personales sin haberlo consultado contigo y sin ningún propósito de ayudarte. En el violentómetro eso es violencia.
¿Por qué no le hacemos saber a nuestro amigo que se está comportando como bestia? Justificamos actitudes groseras sabiendo que esos comentarios y formas de actuar quizá jamás se transformarán en golpes o abusos más fuertes, incluso, cuando a nuestras amigas mujeres les hierve el hígado despotricando contra otra mujer por lo mucho que se maquilla, por lo mucho que sale con hombres, por cómo vive y cómo se expresa, pero si esos comentarios los hacen a un amigo muy querido tal parece que sí es momento de indignarse, ahí sí.
Los hombres también ejercen violencia pasiva entre ellos y aunque suelen ser de mecha más corta y ver a los golpes como desahogo inmediato, también se les suelta la lengua juzgando la dignidad de otros, en especial, cuando una mujer no es atractiva u otro hombre tiene preferencias consideradas más femeninas. Cuando dicen entre broma y broma lo puto que es o lo maricón que es, nos la pensamos mucho en decirle lo machista u homófobo que está siendo. Mejor nos quedamos callados y nos reímos sutilmente.
Creo la violencia inicia cuando no le decimos a nuestro amigo que se está pasando de lanza con la nueva chava con la que sale. Muchas veces nos reímos o lo celebramos diciendo un simple “Ay, cabrón, te pasas” y ahí queda mientras platican con lujo de detalle que cogieron con ella y después ignoraron sus mensajes porque la chava sigue pensando que eso llegara a una relación.
Tenemos amigos o amigas que también solo salen con otra persona para que les pague todo o en dado caso se hacen los tuertos sin ser recíprocos con el otro, sabiendo de igual manera que esa relación no va a ningún lado ni como amistad. Desde mi perspectiva eso es ser convenenciero, abusivo y hasta prostituto porque parece que a cambio de cenas o regalos es la única forma en la que pueden dedicarle –o cobrarle– su tiempo a otra persona.
Uno de mis amigos más queridos sufre de violencia por parte de una ex novia y nunca lo ha querido aceptar porque ella es mujer y pensamos que las mujeres no son violentas. Terminaron su relación y al tiempo volvieron a verse de vez en cuando y ella lo chantajea, lo utiliza a beneficio cuando se siente sola, lo ignora después de buscarlo y lo hace sentir miserable cuando le reprocha cosas del pasado. Sus amigos en común, testigos de lo que pasa tampoco le dicen nada a ella porque es mujer y ante los otros ella se comporta como princesa.
Mis amigos hombres en ocasiones me dicen que me relaje, que no hay que alarmarse cuando no hay golpes de por medio, que si alguien me pega en seguida van y queman la casa de quien me agredió, pero les he cuestionado ¿Te gustaría que a tu hermana, madre, sobrina o tu mejor amiga las traten así? ¿Qué harías si descubres que alguien del trabajo le dice puta a tu novia, que se burlan porque tu hermano es joto o que a tu mejor amiga sola la están usando para cogérsela? Ahí es cuando sí queremos poner un alto a la violencia pasiva.
Ilustración de @jaimejohnston7