Yo he vivido la discriminación, ya no como antes, pero vaya que en mi adolescencia le sufrí bastante. Sin embargo, ahora ya no la siento tan presente porque mi círculo social cambió, es uno que yo elegí y no es con el que me tocó convivir cuando yo estaba en plena formación y crecimiento.
Y traigo esto a colación porque si el día de mañana yo decidiera lanzarme por un puesto político, más allá de mis aptitudes y conocimientos, sería reconocido con la etiqueta del candidato homosexual –que no me molesta, me siento orgulloso– pero quedarían en segundo término mis cualidades políticas, solo se hablaría de mi orientación sexual.
Este preámbulo lo resalto a propósito de las recientes elecciones donde Andrés Manuel López Obrador será el nuevo Presidente de la Nación entrando el 1 de diciembre, ya me había quedado claro que somos un país clasista, homofóbico y machista, pero ahora que ya ganó y que es una realidad que él gobernará los próximos seis años, la polarización es más pesada aún.
Más allá de si nos convertiremos en Venezuela, que hay que subrayar que decir esto es una falta de tacto y empatía para con los venezolanos, sobre todo para quienes dejaron su patria y ahora viven en nuestro México, porque en realidad no sabemos lo que ellos vivieron y cómo lo padecen los familiares que dejaron allá, compruebo que somos un pueblo al que solo le importan las apariencias.
Hay una infinidad de publicaciones en redes sociales donde quienes las externan, están más preocupados porque los hijos de AMLO son más feos y nacos en comparación con los de Peña Nieto y Ricardo Anaya. Que en realidad AMLO está prieto y feo y que al menos Peña Nieto y su esposa están guapos, que cómo es posible que haya actores que se quedaron en cargos públicos cuando de seguro no terminaron la primaria, y el acabose es que un “cholo” sea parte de la bancada política que próximamente entrará en vigor.
Señores y señoritas, yo entiendo que haya figuras públicas que puedan ser oportunistas, pero no se puede juzgar a una persona por su profesión o estilo de vida, por ejemplo, en el caso de Pedro César Carrizales Becerra conocido como «El Mijis», quien será diputado en San Luis Potosí, sin antes ver y conocer sus propuestas para gobernar y cómo las van a realizar, el buen juez por su casa inicia. Y si los políticos que estudiaron la profesión no son capaces de hacer algo en pro de la nación, puede ser que las celebridades o él, que supongo, tienen las ganas de hacer algo, hagan la diferencia.
Sí, también entiendo que AMLO es un líder ambiguo y que lo amas o lo odias, pero de ahí a criticar su color de piel, si está viejo o no es atractivo, me parece una falta total de sentido común y una evidencia fuerte de que somos muy racistas.
Los que no votaron por él dicen que así actuaron porque nos va a llevar a vivir como los venezolanos ahora, pero yo les pregunto, ¿antes de él –que aún no toma el cargo– hemos vivido bien? La verdad, es que no había mucho de dónde escoger y tanto PRI como PAN ya nos han demostrado que no ha sucedido nada, mejor darle oportunidad a otro que tiene la intención, que de no cumplir con lo que ha prometido, en seis años lo castigaremos con nuestro voto, porque si hay algo que comprobamos este 1 de julio, es que hubo democracia y decidimos que el PRI ya no fuera una potencia política.
Mejor centrémonos en lo que nos toca, porque el nuevo Presidente no nos va a venir a salvar él solo. Unos dicen que despojará a los que tienen sus bienes para dárselo a los ninis, pero ninis siempre han habido y gente que quiere que la mantengan también, de eso seguirá habiendo para dar y repartir.
Sé un buen hijo, un buen vecino, un buen amigo, compra cosas hechas en México, no tires basura, no te pases un alto, no le pegues a tu novia, no seas encajosa con tu galán, no te hagas wey en la chamba, exige un mejor salario, trabaja en lo que te gusta, conoce a tus diputados, pregunta cómo van en sus promesas de campaña y verás que el cambio que tanto te importa, comenzará a darse. No seas un opinólogo de escritorio, ¡actúa!
Por un México menos clasista, homofóbico y machista.