“Roma” ya está al alcance de todos. Y mientras que para algunos –para mí, por ejemplo– es una obra maestra en todo sentido, y para otros es sobrevalorada y aburrida, lo cierto es que este filme de Alfonso Cuarón ha sentado un gran precedente en la historia del cine tanto nacional como internacional, ha roto con los estereotipos de belleza y los prejuicios raciales al poner como protagonista de su película a una mujer de origen mixteco.
Y no solo eso, Yalitza Aparicio, representa una belleza pura y natural de las muchas caras que tiene México, y que ya era hora de hacerla visible, porque siempre ha estado, pero nos hemos embelesado por un tipo de estética caucásica, que no nos habíamos detenido a mirar la propia belleza en la que nos vemos inmersos todos, no solo la física en nuestra piel morena, nuestra nariz ancha, nuestros ojos rasgados y nuestra cabellera azabache, también mirarnos al interior y descubrirnos únicos, reales y diversos.
Yalitza Aparicio tal vez no se ha enterado, o apenas le está cayendo el veinte, pero se ha convertido en una abanderada de aquellos que no se habían identificado con las historias que veían en la televisión y el cine donde en las telenovelas la pobre es güera, o de pelo negro, pero con la piel bien blanca y un día se encuentra con el “príncipe azul”.
O en las comedias románticas del cine mexicano que ahora se ven muy a menudo y que representan al citadino de clase media que habla “fresa” y que aspira a tenerlo todo sin consecuencias, un tipo de personaje que solo podría representar a quienes viven esa realidad en la Ciudad de México, pero con la que no se identifican/identificamos los otros mexicanos de Guadalajara, Chiapas, Quintana Roo o Chihuahua.
Por primera vez, la “Cleo” de “Roma” es la imagen vivida de muchas mujeres que se dedican al servicio doméstico y que han sido ridiculizadas o estereotipadas en las telenovelas, series y películas donde son los personajes del pastelazo, así como nos sucedía a los gays cuando éramos recreados tanto en la pantalla chica o en la pantalla grande, éramos los bufones, marginados también en la ficción.
Una gran promesa
Yalitza era estudiante hasta antes de volverse famosa, su destino le apuntaba a que sería maestra de preescolar hasta que en Tlaxiaco, Oaxaca, de donde es originaria, la oportunidad de hacer un casting para una película le llegó, no se imaginaba que la vida le cambiaría al ser la protagonista de un director de cine que ha ganado el Oscar, Alfonso Cuarón, quien a través de esta cinta, retrataría al México de su infancia y a las mujeres que le marcaron su vida: su madre y su nana.
Con el éxito, también viene la discriminación, Yalitza está orgullosa de ser quien es, pero hay anónimos escudados en un perfil de Twitter a quienes les molesta el éxito de otros, les incomoda, les causa recelo, y no, tampoco es que sean malos por naturaleza, pero socialmente han sido influenciados a que los estereotipos de un cierto tipo de belleza son los aceptados. Y cuando Yalitza apareció vistiendo Gucci en Vanty Fair, el solo hecho de verla fastuosa y hermosa los dejó impávidos, que solo pudieron decir: “Aunque la mona se vista de seda….” Y qué pobreza de alma y de mente al escribir eso en redes sociales, porque para mí fue por fin ver que las mujeres están más empoderadas que nunca y que la belleza cuando viene del alma simplemente resalta.
Felicidades Yalitza, haz hecho mucho en tan poco tiempo, que el éxito siga estando presente y que sigas siendo una representante de la diversidad mexicana en el mundo.
Imágenes tomas de redes sociales, Quién, Vogue y Vanity Fair.