Diego es de esas personas que aunque no conozcas ya te caen bien, aunque jamás lo hayas visto en persona, siempre al tiro con un comentario chistoso o una anécdota que pareciera sacada de la fantasía, pero que es muy real. Él así lo jura.
Diego es reportero y en los deportes ha encontrado una escuela de formación en el periodismo escrito. Algunos de sus colegas lo consideran un reportero siempre dispuesto a buscar la nota. Aunque la vida de reportero ha sido amigable con Diego, no todo ha sido sencillo, en especial, cuando el extinto periódico «La Jornada Jalisco» cerró sus puertas dejando a él -y a muchos colegas- sin un sustento económico y sin una razón clara sobre su quiebre.
Diego dio sus primeras notas en televisión local, después fue camarógrafo y poco a poco terminó en las letras de los diarios, en donde ha aprendido que no todo gira alrededor del futbol y que en las coberturas deportivas no todo es glamour y protagonismo.
NG: ¿Cómo iniciaste en los medios?
DR: Empecé a interesarme en el periodismo por querer ser locutor, eso me llevó a inscribirme a la carrera de Periodismo, en Ocotlán. Durante el primer semestre me sugirieron buscar un lugar para mis primeros acercamientos a prensa y fui a varios lugares con mi solicitud de trabajo esperando que alguien me hablara.
Una de mis opciones era «Canal 8», me dijeron que eso lo tenía que ver con Ramiro Escoto, lo busqué durante tres días seguidos y al siguiente, por casualidad, me lo encontré en el estacionamiento y le dije que si había manera de ayudarles. En ese momento yo no pretendía un sueldo, le fui a ofertar mi nulo conocimiento y mala ortografía de entonces.
No sé si eso le pareció conmovedor y me dijo que al día siguiente iniciaba y así llegué con Ricardo “El Pony” Jiménez, que era el encargado de deportes; así empecé con notas pequeñas de cuatro párrafos mal escritas.
NG: Viviendo en Tonalá y estudiando en Ocotlán ¿Cómo era tu dinámica?
DR: Llegué a un acuerdo para ir los fines de semana y los lunes a «Canal 8», y de martes a viernes estaba en Ocotlán. Cuando empezó a ser más complicada la escuela tuve que decirle adiós al canal después de año y medio. También fui camarógrafo en deportes y fue padre estar del otro lado en las imágenes junto a otro reportero, Fernando Chávez.
Al egresar de la carrera volví a buscar otro medio pero con la presión de ya no aceptar nada sin un sueldo y llegué a la «Jornada Jalisco», en marzo de 2014, como practicante de tiempo completo cubriendo política y lo que fuera menos en deportes, porque no le daban tanta cobertura, pero a veces se me ocurrían temas, los desarrollaba y publicaba aunque fuera solo en web.
Veía que contrataban a reporteros para cultura y pedí chance, yo tenía tiempo haciendo fila y hablé con Juan Manuel Venegas -el director entonces- y me propuso ser el encargado de la sección de deportes, todos los días habría una plana dedicada a deportes y yo sería el responsable, tenía que buscar a alguien que me ayudara y pensé en Felipe Romero, lo conocía de la carrera, entonces no era mi súper amigo, pero sabía que él era muy capaz y conocía de otros deportes que no fueran futbol, él me enseñó de béisbol y a manejar standard.
NG: ¿Cómo enfrentaste el cierre del periódico?
DR: Hasta diciembre de 2015 nos duró el trabajo en la «Jornada Jalisco». No fue un despido, ni siquiera nos dieron la cara. El periódico empezó a morir desde octubre, a ese mes lo nombramos ‘octpobre’ porque ya no teníamos dinero; desde entonces no teníamos certeza de que pasaría.
Nos decían que mandáramos las notas que quisiéramos, que trabajáramos desde casa sin salir a reportear, pero que no los dejáramos sin notas. El 15 de diciembre despertamos con la noticia de que la «Jornada Nacional» desconocía a las franquicias de Jalisco y Michoacán por falta de pagos y ahí ya fue el cierre definitivo, no volvimos a ver a las autoridades del periódico ni sabemos cómo entregaron la casa que rentaban y que ahora es una escuela de inglés. En Guadalajara, «La Jornada» era un equipo chiquito, pero era frustrante que muchos compañeros o más medios nos tiraban que por ser supuestamente priístas, hasta ex compañeros del mismo periódico eran los que más nos criticaban. Yo pensaba que por respeto o compañerismo hacía los que pasábamos por esta situación debían de quedarse callados con esos comentarios fuera de lugar. En diciembre nos llegaron como tres quincenas, pero sin aguinaldo y sin finiquito.
NG: ¿Cuándo empezaste a reportear cómo el ambiente de los reporteros de deportes? ¿Fue fácil ser parte del gremio?
DR: Creo que en deportes puedes sentirte más abrazado que lo que pudiera ser en otras fuentes, como en el periodismo de ciudad. Cuando cubrí eso me quedé con una anécdota muy marcada, tenía una semana en eso y me mandaron a Zapopan porque iríamos a una sección de Colomos y en el punto de partida para prensa dijeron que en tantos minutos salíamos y fui al baño, avisé que iría rápido, no tardé ni dos minutos y al llegar ya se habían ido, yo le avisé a otro reportero que me esperaran y se fueron.
Sin sueldo y con la intención de cumplir mi trabajo, tomé un taxi con mis 100 pesitos y de pilón llegué a la sección equivocada y cuando llegué al lugar que sí era me dicen: ‘ay, sí llegaste’. Esos días fueron muy pesados para mí al tratar de convivir con ellos, no me quedé con muchos amigos de esa fuente. En deportes, aunque se piense que los reporteros son más divas, poco a poco hice amigos con la mayoría.
NG: ¿Qué es lo más difícil de una cobertura deportiva?
DR: En ocasiones lidias con los egos de los deportistas. En deportes todo es muy hermético, lo tienen muy protegido, no hay leyes en las coberturas. Una vez tenía entrevista para «Milenio» nacional por televisión con Sergio Romo (beisbolista), esperé hasta una hora y 20 minutos y cuando él llegó fui a decirle sobre la entrevista pactada y entre su inglés y español mezclado me dijo que no me podía atender, que me fuera por favor. Una parte de mi corazón de reportero se rompió.
NG: ¿Es bueno ser amigo de los deportistas?
DR: Barak Fever para mí es un referente en los reporteros y una vez dijo que él se abstenía de entrevistar al jugador Carlos Puyol, para tenerlo todavía en esa imagen inmaculada de ídolo e inalcanzable y yo pensaba que era muy extremo el privarte de entrevistar a alguien que admiras, pero cuando me pasó lo de Romo lo entendí.
Muchos ídolos de tu infancia se caen o le pierdes la espectacularidad y ese encanto que te despertaba, tienes que olvidarte si eres aficionado de un equipo cuando estás trabajando, eso no lo puedes reflejar. Sí hay reporteros que intentan ser o son amigos de los deportistas o entrevistados y también es algo criticado, pero pasa.
Cuando encuentras cosas malas de alguna gestión en instituciones deportivas o sobre el rendimiento de un deportista tienes que decirlo y ahí ya es complicado que esa persona siga siendo tu amigo, tienes que mediar esas situaciones; podemos ser conocidos que nos caemos bien, pero no tanto amigos.
NG: ¿Cómo percibe tu familia y amigos tu trabajo como reportero?
DR: Mi familia también pasa las carencias que tengo en el trabajo o las coberturas, de llegar a ciertas horas de la madrugada a mi casa por una cobertura o problemas de dinero, pero otros amigos o conocidos a todas horas te preguntan sobre boletos para partidos, te preguntan cosas que no sabes y que piensan que por ser reportero tienes que saber de todo y te dicen “y eso que eres periodista” cuando no sabes algo o cómo responderles. Fuera de tu familia la gente puede tener una imagen muy errónea de tu trabajo, te ven como «rockstar», pero no saben las cosas malas que hay detrás.
NG: ¿Cuál es el momento personal más complicado que viviste y tenías que ir a trabajar?
DR: El más difícil fue cuando mi papá se enfermó en la madrugada y lo tenía que llevar al hospital a las 3 de la mañana y tenía que ir a trabajar a las 9 y estaba muy presionado por el tiempo, pero pude recuperar las notas y también mis compañeros lo entendieron, me apoyaron en ese momento.
NG: ¿Cuál es la importancia de la nota deportiva?
DR: Se dice que el futbol y otros deportes es lo más importante de lo menos importante, que después de todo lo que mueve al país están los deportes. Para mí es una labor importante. Más allá del futbol, en el periodismo deportivo hay muchas historias que no se cuentan del deporte amateur, de deportistas que han ganado medallas de oro en los juegos panamericanos y después están en los semáforos limpiando vidrios o deportistas invidentes que también ganaron una medalla nacional o internacional y los ves en la calle en situaciones deplorables.
Hay historias por contar y que la gente las conozca para hacer conciencia de que el deporte en otros ámbitos también es un sector olvidado en el país, salvo algunos casos, pero cuando charlas con los que entrenan atletismo, karate o pesas, te das cuenta que desde sus circunstancias invierten hasta 40 mil pesos para representar a México.
Es difícil arrebatarle una portada a las «Chivas», al Atlas o Los Charros, pero dependiendo de la historia sí puedes pelear por la portada. Una vez entrevisté a un señor que tiene 30 años enseñando box gratuitamente en el Parque González Gallo y eso se fue a portada.
NG: ¿Qué no te gusta de la forma en cómo se ejerce el periodismo deportivo en Guadalajara?
DR: No me gusta la especulación, a veces comienzan a decir que tal jugador ya es de tal equipo y resulta que no es cierto y nunca lo fue. Hay reporteros que hacen esto por ser más notorios en las redes sociales y generar más clics. Hay quienes tratan de hacer una carrera periodística mediante Twitter, quieren ganarse respeto y popularidad a raíz de inventarse notas.
Cuando empiezas, muchas veces puedes perder el piso. He escuchado comentarios de colegas que tienen poco tiempo en el medio y ya menosprecian a otros medios y eso no va, hay que relajar la vena.
Fotografías: cortesía de Diego Reos.