La vida y las redacciones han sido caprichosas con Lizeth Villegas, periodista tapatía que ha transitado entre el reporteo de calle y la edición. Su experiencia laboral comenzó desde la universidad y siendo estudiante dio sus primeros pasos en un medio fuera de México que le mostró el panorama de lo que es la cobertura de espectáculos.
Fue de las primeras en sumarse al entonces nuevo periódico «Mural» en Guadalajara, y aunque con el paso del tiempo se consolidó como la responsable de la agenda y edición de espectáculos, sus aportaciones iniciales fueron desde la trinchera de la fotografía.
Tratar de entregar un trabajo perfecto y evitar que ninguna nota faltara en su sección, no solo ha sido satisfactorio para Liz al forjarla como una periodista disciplinada y dispuesta a levantar las piedras que sean necesarias para informar sobre el acontecer artístico.
Las turbulencias físicas, emocionales y personales también han sido parte de su aprendizaje. Ser mamá y reportera no ha sido fácil y salir de golpe de un medio en el que trabajó por casi dos décadas fue un tambaleo que logró sobrellevar ante las pérdidas y crisis familiares.
Liz es de esas colegas amorosas, que cuando hay confianza de por medio no duda en orientarte si eres novato, que siempre te sonríe aunque el mundo se le esté desmoronando en pleno concierto a media noche y con sus dos hijos esperando en casa. Aunque brincar de un medio a otro ha tenido sus claroscuros, ella es un ejemplo de que sí bien el medio te da un respaldo de proyección, el reportero es totalmente responsable del peso y profesionalismo que su nombre y apellido adquiere por cuenta propia.
NG: ¿Cómo iniciaste en los medios de comunicación?
LV: Al entrar al Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) tenía la idea de hacer televisión y después ya no me gustó; cuando cursé periodismo me gustó por completo y en ese momento una amiga me contactó con gente de Perú para hacer entrevistas y tomar fotos para «TeleGuía».
Entonces no me pagaban nada, pero era padre porque tenía un lugar donde publicar, empezaba a hacer entrevistas, pero también era complejo porque no conocías a nadie, era muy arcaico mandar tu material y les llegaba después de dos semanas o un mes, mandabas los rollos de fotos y el internet era muy caro. Un año antes de salir de la universidad se abrió la corresponsalía de «Reforma» en Guadalajara y ahí fue mi primer trabajo durante 19 años.
NG: Al entrar a «Reforma» ¿Cómo te adaptaste a esa nueva dinámica de trabajo, formar parte de la comunidad de reporteros?
LV: Ellos me buscaron para fotografía, fui fotógrafa durante año y medio y me tocaba cubrir de todo. Ya cuando abrirían «Mural», quien estaba a cargo me buscó, sabía que me gustaban los espectáculos; Héctor Moreno fue quien nos abrió las puertas.
Después me fui a trabajar a «El Norte» un mes antes de que abrieran «Mural», para que yo supiera cómo era la dinámica. Cuando decías que eras reportero de «El Norte» te ponían alfombra, te conseguían lo que quisieras, todas las entrevistas, ya aquí fue una sorpresa, no se conocía que era «Mural», pensaban que era el periódico de una escuela y fue difícil el primer año, había mucha expectativa de los diferentes periódicos que ya estaban consolidados en la ciudad.
NG: ¿Cómo brincaste a ser reportera y editora desde la fotografía?
LV: Duré como 5 años como reportera, después pasé a co-editar y me quedé editando como 11 años. En esos tiempos lanzaron la película de “Patch Adams” con Robin Williams y trajeron al verdadero Patch Adams (Hunter Doherty), él venía a juntar dinero para niños con cáncer y nos decían que si queríamos entrevista pagáramos, nosotros nunca pagábamos por entrevistas y tuve que hablar al periódico y me dieron 100 dólares para poder entrevistarlo, eso fue muy divertido.
Había entrevistas difíciles porque yo iba empezando, y lo más complicado era tener las exclusivas, no había redes sociales. En su momento publicamos que venía Ricky Martín con «Planeta» (estación de radio) e incluso lo anunciamos antes que «Planeta» y ellos se enojaron y nos vetaron. Si publicabas algo era para dar una premisa porque podía irse al diario nacional.
NG: ¿Cómo trabajabas con esa presión?
LV: Ahí se manejaba el tener tu propia agenda como medio, no era irse a las 3 ruedas de prensa del día y ya con eso. Tenías que generar tus exclusivas, ofrecer un tema que no se manejara en otros medios. Te vas enseñando a buscar para tratar de destacar ante los demás medios, porque al día siguiente si alguien elige comprar entre un periódico y otro, tienes que dar algo diferente para que te elijan, esa es tu prioridad.
NG: ¿Cómo enfrentaste tu despido de Mural después de casi 20 años de trabajo?
LV: Hay cosas muy difíciles en mi vida, cuando fallecieron mi papá y mi abuela, cuando me divorcié hace 8 años y la salida de «Mural» fue otra pérdida para mí, como otro divorcio o viudez.
Yo nunca hice un currículum para conseguir empleo, desde mis 19 años había estado en una sola empresa que para mí fue buena. Yo pensaba que me podría ir de ahí hasta que llegara a los 60 años de edad o porque el lugar cerró, que por mí no quedara.
Cuando pasó eso sí fue muy doloroso, me pegó mucho. Sabes que mucha gente te sigue porque estás en tal medio, pero al salir me preguntaba qué iba a pasar, qué haría y al siguiente día ya me estaban hablando de otro medio –El Diario NRT- y me gustó mucho. Aunque es un lugar pequeño, si sumaras los años de experiencia que tiene toda la gente que trabaja ahí, es algo impresionante.
Llegué a un lugar con puertas abiertas, fue para mí una terapia, me regresé a reportear, no quería entrar en depresión, necesitaba seguir generando dinero porque hay una casa y quizá tener más tiempo en mi familia.
NG: ¿Hay algún momento en el que este trabajo te ha sobrepasado?
LV: Si un artista te trata mal o bien, siempre partes de que lo importante es la nota y quien la leerá, yo así pensaba. Hay cosas por las que puedes arriesgarte, pero no dejar tu vida ni autoestima por una nota ni dejar que alguien te pisotee.
Mucha gente no lo sabe, pero durante 15 días tuve parálisis facial en media cara y no sé porque fue, no se notaba mucho, pero así fui a trabajar y pude haber tenido consecuencias, seguía trabajando. También fallece gente cercana a ti y al día siguiente sigues trabajando, me estaba divorciando y tuve dos meses muy fuerte de crisis; aprendes a ser objetivo con tu trabajo, pero hay límites.
NG: ¿Cómo ha sido llevar el periodismo con la maternidad?
LV: Cuando llegan los hijos sí es difícil. Lo digo en broma, pero mi mamá es la mamá de mis hijos y yo me volví como la nana, a veces no puedes darles el tiempo que necesitan, ellos están con una vida muy normal con horarios y actividades.
Era reportera cuando estaba embarazada y cuando nació mi primer hijo se da ese cambio. A mí me encantaba reportear y ahí lo hubiera hecho toda la vida, pero yo quería tener más tiempo, tener un horario más estable en la edición.
NG: ¿En algún momento tus hijos te han reclamado esas ausencias o carga laboral?
LV: Nunca me han reclamado, jamás fueron de pequeños niños que se quedaran llorando. Siempre me preguntan a dónde voy, a quién voy a entrevistar, qué publiqué. He tratado de marear los tiempos para estar presente en los cumpleaños, eventos de la escuela, sea cómo sea tratar de estar en sus momentos clave y hasta ahorita no ha habido ningún reclamo, a veces pienso en broma por qué no me lloran.
Cuando pasé de editar a reportear otra vez fue un cambio drástico para ellos porque yo pasaba 10 o 12 horas en el periódico y solo los veía cuando los llevaba a la escuela, cuando los recogía y comíamos, me volvía a ir a trabajar y sí salía muy tarde los veía hasta el siguiente día.
NG: ¿Cómo manejas la competencia entre colegas que, fuera del trabajo, también son amigos?
LV: Hay medios que te dicen que te vistas de tal forma, que no hables con otros colegas y pobre de ti si pasas información y eso puede ser motivo de burla, pero aprendes que trabajando es una cosa y afuera es otra cosa el ser amigos, que no pasa nada si terminando un evento haces amistad, somos humanos, tienes delimitado que información guardas para tu medio y lo que es tu vida privada.
NG: ¿Qué es lo que no te gusta del periodismo de espectáculos?
LV: Siempre han minimizado a espectáculos, las jerarquías siempre han pensado que primero está lo local o el deporte y al final el espectáculo, pero sin conocer muchas veces todo lo que hay detrás de cualquier reportero.
Todos se sienten especialistas en espectáculos y cuando sacas una nota no falta quien te diga que eso ya lo sabían o lo importante es tal cosa, todos pueden juzgar tu trabajo aunque no sepan nada, lidias con eso.
Les pasa mucho a las nuevas generaciones que se encandilan, sienten que son amigos de los artistas, pero tienes que aprender que son fuentes, ellos te dan información y tú promoción a su contenido, tenemos que trabajar juntos, pero amigos no somos.
También puedes estar en una rueda de prensa con 60 reporteros y solo dos preguntan y terminas haciendo la chamba de los demás que se quedaron callados, peleas ahora contra la inmediatez, gente que solo va por la foto con el artista, fuentes que se preocupan solo por cuantos seguidores tienes en redes sociales y a veces eso te frena.
NG: ¿Cuáles son tus cualidades como reportera?
LV: Siempre he tenido esa escuela de ir e investigar, ser más presencial. Aunque los artistas sean amables, sabes que lo principal es que ellos son una fuente, que necesitas su información, pero también tienes que ser una persona educada al preguntar, de eso puede depender mucho la información que consigues.
Cuando yo empecé, en las ruedas de prensa estaba Lulú del Muro (E.P.D), Iveth Hernández (Viborilda), Elvira García, parecían leones y sentías pavor, si no llegabas preparada te acababan y quedabas en ridículo.
Ahora hay nuevas generaciones de reporteros, formas de llegar a la información, notas y escándalos que no les interesa el logro del artista. Algo que me gusta es que después de hacer una entrevista y al pasar del tiempo el entrevistado sigue agradecido por tu trabajo, te platican cosas que no preguntaste porque están a gusto contigo.