¿Qué es sentirse solo e indefenso en el mundo? Las respuestas deben ser muchas, pero aún y teniéndolo todo, no teniendo en nada, o, al menos lo necesario, los seres humanos en algunos momentos de nuestra vida nos sentimos así, solos, tal vez en un momento de depresión, de tristeza o de ansiedad, pero es verdad que nos sentimos vulnerables.
La cinta “Salvaje” de Camille Vidal-Naquet me llevó en un viaje de emociones que me hizo sentirme frágil y a cuestionarme: ¿qué estamos dispuestos a hacer por sentirnos valorados y apreciados? La respuesta que encontré es abstracta en medio de una tremenda ternura que me produjo su personaje central “Leo”, interpretado por el actor Félix Maritaud.
“Leo” es prostituto, no sabemos cómo llegó ahí, pero hay algo que siempre nos queda claro, su manera inocente de ver el mundo, su halo naif, no tiene maldad. Claro que sabe lo que hace, pero la visión que tiene sobre el mundo a sus 22 años, es la realidad intensa que vive y la acepta.
A diferencia de sus compañeros de oficio, a través de la prostitución “Leo” encuentra un poco del amor que está buscando, no del de pareja, –aunque se siente atraído por «Ahd», un amigo que lo ha librado de problemas y que lo aconseja– sino de sentirse que para alguien es importante, aunque solo sean unos minutos. Es interesante ver también cómo en este caso los clientes, tienen una característica común que importa mucho a los hombres homosexuales, el paso de la edad.
Un factor determinante en el erotismo gay –al menos con el que crecimos– son los cuerpos tersos, musculosos, jóvenes y apetecibles, pero cuando los gordos, los flacos o los viejos no alcanzan el estándar, se vuelven homosexuales de segunda, y esta es otra de las lecturas que saco de esta película, donde vemos escenas sexuales frontales, pero que no van a un nivel de exhibicionismo, sino como la vida misma es, o debería ser, real.
Pero las escenas sí son crudas, no en el sentido del acto sexual, sino en la manera en la que nos confrontamos con nuestros propios cuerpos a través de los personajes que estamos viendo en pantalla, por ejemplo, un hombre con discapacidad, un hombre de la tercera edad y otro más de la mediana edad, ávidos de sentirse deseados y amados, como el ser humano que somos todos por naturaleza.
El hedonismo es importante, pero no te valida a partir de un cuerpo tonificado, si lo entendiéramos desde el sentido de amarnos como somos, comenzaríamos a disfrutar realmente y sin prejuicios nuestros cuerpos.
Por otro lado, hay algo que en especial que me inquietó mucho como espectador, que es que “Leo” no se asea a medida de que vemos cómo va en picada hasta tocar fondo, llega un momento donde las drogas, el cigarro y la soledad lo consumen al grado de sentirse sin identidad, poco menos que basura.
Una de las escenas más bonitas del filme es cuando sostiene una charla con una doctora que lo está revisando, sin más ni más la abraza y entonces el nudo en la garganta te llega de inmediato.
Félix Maritaud es un excelente actor, que entrega un personaje muy empático para nosotros los espectadores, lo queremos abrazar, queremos apoyarlo, nos enojamos por las decisiones que toma, pero así somos como él, estamos a prueba y error, somos parte de un mundo salvaje.
Esta película ya había sido reseñada el año pasado por Omar Gómez a través de su columna Francofilias, aquí puedes leerla: Retrato de un desencanto extremo