¿Todas las vidas importan?

Hemos estado viviendo un mes muy caótico con la salida a la luz de los asesinatos de George Floyd y de Giovanni López a manos de la policía; miles de personas han decidido tomar las calles para clamar que los responsables sean llevados ante la justicia y en los casos más extremos: que el sistema policiaco sea abolido por completo.

Con la publicación del video donde puede verse a George Floyd siendo asesinado, el movimiento Black Lives Matter junto a otros activistas lograron movilizar a la comunidad para salir a las calles resultando en destrozos a la vía pública por parte de unos cuantos; pero también evidenciando las diferencias de trato que dan los oficiales de policía ante una manifestación presidida por personas blancas buscando más privilegios blancos a aquél que otorgan cuando la movilización se trata de pedir derechos para las comunidades de color. Siguiendo el ejemplo, los jaliscienses y personas en otros estados y municipios buscaron exclamar su indignación de la misma forma que los estadounidenses cuando el video de Giovanni también salió a la luz. Casos muy similares, movilizaciones similares, ambos personajes, hombres.

En 2018 la antología de ensayos «Can we all be feminists?» fue publicada conteniendo una pieza muy interesante por Evette Dione titulada «Intersectionality and the Black Lives Matter Movement», texto en el que desentraña las particularidades de un movimiento que surgió para defender a las vidas de las personas de color, pero que a su vez, sus activistas, han fallado en este objetivo: su enfoque no siempre está en defender a todas las vidas, sino en levantarse ante unos cuantos casos, sobre todo cuando esos casos tienen como víctima a un hombre.

A lo largo del ensayo, Dione no minimiza a las víctimas de la violencia policial como Tamir Rice, Mike Brown Jr. o Trayvon Martin, pero sí resalta la particularidad del hecho de que las historias de todos ellos hayan llegado a sacudir al mundo ya sea por videos viralizados o por los clamores de justicia a través de las manifestaciones mientras que aquellos en que las mujeres fueron las víctimas levantan muy poco revuelo y difícilmente generan el mismo interés.

«Tenía vendas en los ojos que me impedían ver cómo las mujeres víctimas de la violencia policial fueron marginadas en la narrativa cultural sobre la brutalidad. En la superficie, eso tiene mucho sentido porque la policía mata a más hombres negros que a mujeres negras. Además, ninguna entidad gubernamental rastrea el número de personas asesinadas por la policía y no fue sino hasta 2015 que The Guardian y The Washington Post, respectivamente, crearon bases de datos que cuantifican los asesinatos. Los medios de comunicación, a menudo dirigidos por hombres, destacan a seleccionadas víctimas masculinas, dejando a las dieciséis mujeres negras asesinadas por agentes de policía en 2016 sin atención nacional.»

La autora también hace énfasis en cómo es que la brutalidad policíaca hacia las mujeres no ha sido considerado nunca un tema a discusión en los grupos feministas y aquellos actistas hombres que tienen experiencia en el tema de racismo, desconocen por completo cómo es que la raza y el género intervienen en la opresión de las mujeres negras. No es un accidente que conozcamos (incluso nosotros estando en otro país) los nombres de los hombres que han sido asesinados por policías, pero desconozcamos por completo los casos de las mujeres:

«Tanisha Anderson, una mujer de treinta y siete años con una enfermedad mental, fue asesinada por oficiales una semana antes de que Rice viera su futuro truncado. Ambos tiroteos fueron en Cleveland. Solo uno dominó los encabezados en las noticias, atrajo recursos y organizadores a la ciudad, y se convirtió, para muchos, el punto de inflexión de la brutalidad policiaca.»

En México no es diferente, las protestas por el asesinato de Giovanni López lo demostra-ron. Viene a mi mente de forma particular el caso de una adolescente, quien apenas el año pasado denunció a cuatro miembros de la policía capitalina por haberla violado dentro de una patrulla; las redes sociales ardieron no solo en memes (acusándola de mentirosa, los menos) sino en críticas hacia ella (por supuesto) y luego grandes titulares regodeándose inmediatamente con las «irregularidades de las declaraciones de la chica», ¿Ahí sí no nos molestaba que la policía no nos cuidara, verdad? ¿O qué tal los dos policías que el 10 de julio del 2019 violaron a una mujer aprovechando que se encontraba intoxicada? ¿se lo merecía, por eso no nos manifestamos ni exigimos justicia?, ¿Y qué decimos sobre la retención ilegal, tortura y violaciones que sufrieron tres jóvenes de 13, 15 y 18 años allá en el lejano 1998 en el que estuvieron involucrados al menos 17 policías? Y así podríamos seguir en una larga, larga lista de arbitrariedades ejercidas por miembros policiacos de todos los niveles.

Y no, si su punto de reflexión es que «entonces el asesinato de Giovanni no importa, se-gún esta lógica» están errados: sí importa, así como también importan las miles de de-nuncias que se han hecho a lo largo de la historia de violaciones perpetuadas por policías o miembros del ejército hacia mujeres que por el simple hecho de ser mujeres han debido soportar e incluso morir por la violencia machista y el abuso de poder mientras la mayoría de los acusados regresan tranquilamente a sus labores protegidos por la sociedad.

«Si te molesta tanto, haz tu propia marcha y exige justicia para ellas» ¿Sí se acuerdan del 8 de marzo? ¿Sí recuerdan cuántas mujeres salieron a las calles para pedir justicia? ¿Sí se acuerdan de las burlas, las agresiones y las amenazas? ¿Entonces? ¿En serio todas las vidas nos importan o nada más por el mame, porque está de moda?

Ojalá algún día entendamos que no se trata de cada quién haga su grupito para defender las causas que les interesa y que son precisamente la desunión y los malentendidos so-bre las «prioridades», las principales armas del sistema que no nada más oprime sino que privilegia a unos cuantos para acentuar esas diferencias.

Lee:

Can we all be feminists?
Editado por June Eric-Udorie
Editorial Penguin Books

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Paola Cortés

Estudié Comunicación pero no lo digo en voz alta. Lectora queer, feminista, trans feminista y todo eso.

RosaDistrito

En este blog Kike Esparza habla desde su experiencia, 12 años en el periodismo le han permitido adentrarse y disfrutar de tópicos como el cine, la música, la moda y la diversidad. Rosa Distrito es el espacio que disfrutamos todos.

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