Hoy la industria de la moda pierde una de sus figuras más importantes en el quehacer creativo y empresarial, el káiser de la moda –Karl Lagerfeld– quien desde 1983 resignificó a la firma Chanel dándole un nuevo estatus de elegancia y sofisticación sin perder la estela clásica y masculina estética que Coco Chanel dotó a sus piezas.
Así también Karl hizo lo propio con Fendi, otra marca de lujo que ha estado inmersa en la polémica por el uso de pieles, pero que es el objeto de deseo de muchos, ¿quién no quisiera una baguette de la maison?
Hablar de Karl es recordar a un personaje controversial, un ser de un carácter fuerte, a veces inquisidor y otras tantas hostil, pero todos los seres humanos somos así, de claroscuros. Lo que es innegable es su talento y el don de la perfección que traía consigo desde su nacimiento.
Como todo personaje peculiar, Karl también se convirtió en un modelo aspiracional. Su clásica estampa de traje sastre, guantes de piel y una cabellera blanca, era imitada en fiestas de disfraces y noches de Halloween, un icono pop que también se comercializaba en calzado, accesorios y bags de lujo.
Karl dejó este mundo a los 85 años de edad, tras su ausencia en el último desfile Haute Couture de Chanel en París, se sabía que su estado de salud no era el óptimo, pero tampoco nadie se imaginaba que serían sus últimos días. Según resalta Vogue México, al modista le sobrevive su hermana mayor Christiane Johnson, y claro, su gata consentida «Choupette», a quien convirtió en una celebridad, una it girl de las redes sociales.
Karl también era un apasionado de la fotografía, él era el encargado de las campañas publicitarias y de icónicos libros de moda que se convirtieron en objeto de deseo, como «The Little Black Jacket» un libro en imágenes donde Karl retrata a celebridades como Sarah Jessica Parker y Tilda Swinton, entre otras, utilizando la clásica pieza Chanel.
Un genio del arte textil, de las siluetas y sus formas se ha ido, pero queda su legado, indeleble a la posteridad.