Alexis Stone es una drag queen que ya era conocido por ser un artista visual que había ganado fama a nivel mundial a través de sus impresionantes transformaciones y caracterizaciones que realizaba con tan solo maquillaje en su rostro y cuyo resultado compartía en su cuenta de Instagram. Estas caracterizaciones de famosas celebridades iban desde una espectacular Madonna, una Cher, un Nicki Minaj, hasta una Kim Kardashian, por mencionar algunas, vamos, incluso un pequeño baby Grinch.
Aproximadamente hace año y medio atrás, Alexis había hecho uso de botox y de rellenos estéticos, mismos que no fueron bien recibido por muchos de sus seguidores, al grado de dejarle una infinidad de comentarios de odio a través de sus redes sociales llamándole “adicto a las cirugías”, “monstruo”, “desfigurado” e infinidad de calificativos, sin ellos saber que tan solo contaba con una cirugía plástica en su cuerpo.
Después de meses de acoso cibernético, decidió tomar rienda de la situación y darle al público lo quería en realidad, una excesiva transformación en su rostro que llegaría hasta otro nivel. Una nueva manera de poner en su lugar a cada una de aquellas personas que se sienten con el derecho de querer “ayudar” cuando en realidad lo único que hacen es criticar de manera destructiva, hundir y dañar a través de sus comentarios más nocivos.
En el último cuatrimestre del 2018 les hizo creer que pasaría por una cirugía facial, misma que contó con una detallada documentación de fotografías de antes y después del procedimiento estético, incluso una captura posterior a la intervención donde podías ver el rostro completamente hinchado y aun con contusiones en el área de los labios y ojos.
No fue hasta finales de noviembre que el mundo pudo ver su nuevo rostro, uno que no era ni la más cercana versión de lo que en realidad Alexis era. Su nuevo rostro era en realidad una cercana y tosca versión del rostro de la legendaria socialité Jocelyn Wildstein, mejor conocida como “La mujer gato”.
La cantidad de seguidores que perdió fue inmediata, millones de followers le habían dado la espalda no sin antes haberle dejado sus más sucios comentarios sobre su apariencia y su salud mental y de cómo debería desaparecer de la faz de la Tierra.
Pasó un mes y continuó con su vida, compartiendo lo feliz que era y que su salud mental jamás había estado tan estable después de esta reinvención, incluso compartía sus nuevos looks en sus cuentas. Pero no fue hasta la víspera de Año Nuevo que esta historia tendría un nuevo giro y que nuevamente impactaría al mundo exponiendo el verdadero rostro de la humanidad.
A través de un video documentaba cómo había engañado al mundo con su experimento social, en realidad no se había intervenido el rostro. En este material visual revela que tenía poco más de medio año trabajando en este proyecto en colaboración con David Marti –ganador del Oscar por mejor maquillaje por la cinta “El Laberinto Del Fauno”– quien le realizó una serie de prostéticos que daban la ilusión perfecta.
Después de mostrar la verdad, le dio una cachetada con guante blanco y una gran moraleja a todos aquellos que lo destruyeron en redes sociales. Así también se ganó el respeto definitivo de millones de seguidores con la gran lección que habría dejado consagrándose como “un gran maestro de la transformación”.
En lo personal siempre he dicho que el arte sana y cada ser humano encuentra maneras muy peculiares de encontrar su propia estabilidad emocional, en esta caso el arte del maquillaje ha sido un viaje para que Alexis encontrara sanidad mental, luchar contra su depresión, la sobriedad de sus adicciones, y sobrellevar el suicidio de su ex-pareja.
Debo de confesar que yo misma estaba en shock, no entendía como alguien podría hacer algo así en su rostro, Alexis era bella antes de esa cirugía. Recuerdo que pude haber dejado un comentario, uno muy negativo, pero en realidad, qué hubiese ganado o qué objetivo hubiese tenido si a final de cuentas no era mi vida y estaba encontrando la belleza desde mi punto de vista muy personal.
Contrario a todo, encontré una empatía con él, aprendí el respeto a las decisiones de otras personas y a pensar dos veces el impacto que un comentario mío podría tener sobre alguien más. Vivir y dejar vivir, enfocarse en uno mismo es lo que me dejan de tarea para 2019.