El primer drama para la televisión que hace Manolo Caro es “Alguien tiene que morir”, miniserie de tres episodios que va de menos a más, siendo el capítulo último el más interesante de los otros dos, pues en él florece la intriga, se descubren los secretos y se sucumbe a las pasiones.
La historia se desarrolla en 1954 en la España que sigue su curso durante la dictadura franquista. La familia Falcón busca que “Gabino” (Alejandro Speitzer), el nieto varón de la estirpe se case con “Cayetana” (Ester Expósito), quien pertenece a una familia acomodada como la de ellos. Sin embargo, el joven, quien lleva más de 10 años viviendo en México, no tiene la más mínima intención de hacerlo.
Ha llegado a su país con un amigo bailarín mexicano, “Lázaro” (Isaac Hernández), quien se vuelve el objeto de deseo de varios personajes. Y a partir de que “Cayetana” suelta el rumor de que es homosexual, la persecución que vivirán él y “Gabino” llegará a tal punto de que alguien tiene que morir. A continuación te compartimos en cinco puntos nuestra reseña.
1.- Manolo va al pasado en su historia para traer dos temas muy presentes en nuestros días, la homofobia y la represión. Si bien hemos avanzado en inclusión, al día de hoy la comunidad LGBT seguimos siendo víctimas de prejuicios y de crímenes de odio, por lo que una trama como esta pone la reflexión sobre la mesa de que la lucha por nuestros derechos aún no ha terminado.
2.- La escenografía, la ambientación y el vestuario encumbran muy bien la etapa gris y represora que vivió España durante el franquismo, pero no se ahonda más allá, ese momento de la historia de ese país solo queda en la superficie de la trama. Fue muy arrebatado encontrar tantos mensajes que podrían haberse desarrollado mejor que en tres capítulos, por ejemplo, la historia de la empleada de servicio, “Rosario” (Mariola Fuentes), un personaje muy rico que se fue desvaneciendo.
3.- Cecilia Suárez logró apartarse de la figura de “Paulina de la Mora” de “La casa de las flores”, este personaje lo teníamos muy presente y logró darnos un matiz diametralmente opuesto con “Mina”, una mujer que vive bajo el yugo del esposo (Ernesto Alterio), quien también ofrece una gran interpretación, es un hombre que por la época en la que se desenvuelve es machista, pero que la influencia negativa de su madre (Carmen Maura), lo convierte en un ser mezquino.
4.- Las actuaciones juveniles son las que menor fuerza escénica tienen, salvo Carlos Cuevas, quien entrega un personaje que se desarrolla en los límites de la contención, pero que llega a tal punto que explota y ofrece una de las mejores y más emotivas escenas de la historia. No obstante, les falta arrojo y temple a Alejandro Speitzer e Isaac Hernández. Sin embargo, el bailarín tapatío tiene algo muy importante a su favor, su naturalidad, que llevada a escena, transmite candor, ingenuidad y sensualidad. Ester representa en la trama a esas mujeres educadas para ser buenas esposas, pero que detrás de las apariencias tiene gran autonomía, su rol también va de más a menos, enciende el rumor en la trama, pero al final no pasa nada con ella.
5.- Carmen Maura no tiene que demostrar nada, porque es actriz de una sola pieza, ofrece los diálogos más fuertes y monstruosos, comenzamos odiándola, pero llegamos a tal punto como espectadores que queremos que algo verdaderamente catastrófico le suceda. Su personaje “Amparo” enloquece tanto, que nos deja sin aliento cuando va cometiendo las atrocidades que nos llenan de mucha frustración. ¿Y a ti, qué te pareció la historia?