Este jueves 29 de febrero se estrena en salas de cine del país la película “Todos Somos Extraños”, escrita y dirigida por Andrew Haigh, basada en la novela “Strangers” de Taichi Yamada. La película es protagonizada por los irlandeses Andrew Scott y Paul Mescal, además de la participación estelar de Jamie Bell y Claire Foy.
Este filme es una bella aventura sobre la melancolía, el amor y el perdón. Andrew y Paul interpretan a dos hombres solitarios que viven aislados del mundo en una torre de departamentos en Londres y que al tener interacción, se enamoran perdidamente, mientras ambos atraviesan por una soledad que los consume, en especial Andrew, quien es huérfano, perdió a sus padres en un accidente hace 12 años y aún no supera ese proceso, sin embargo, acude a su antigua casa donde ellos deambulan, sosteniendo conversaciones sobre la vida, el amor y la muerte.
El filme es conmovedor con una hipnótica historia de amor y pérdida donde el director británico plantea un drama psicológico y también con un toque de suspenso. La novela del japonés Taichi Yamada fue escrita originalmente en 1987 y traducida al inglés en 2003, así que justo la adaptación cinematográfica de Haigh le agrega un toque contemporáneo y personal. El director ha desarrollado otros filmes con anterioridad como “Apóyate en mí”, “45 años” y “Fin de semana”.
A propósito del estreno, Paul y Andrew hablan sobre meterse en la piel de estos personajes, pues la trama está atravesada por un permanente patetismo y la vasta mayoría de las complejidades de la película están firmemente sobre los hombros del protagonista, “Adam”, interpretado con extraordinaria convicción por Andrew Scott.
“Adam” es un guionista homosexual de unos cuarenta y tantos años que vive en una torre de apartamentos nueva en Londres. Es huérfano. Es soltero y se siente solo. Carga con el peso del dolor de un episodio traumático de su niñez en el que sus padres murieron en un accidente automovilístico. Un “cliché”, según él.
“Adam es una figura muy solitaria”, dice Scott. “Su madre lo describe como una persona muy amable y compasiva. Fue un papel difícil de interpretar, en el sentido de que hay que acceder a lugares de gran vulnerabilidad. Pero eso es una especie de privilegio, en cierto sentido.”
“Harry” (Mescal) vive en la misma torre de apartamentos que “Adam”, y después de hacerle proposiciones a su vecino una noche habiendo bebido de más, los dos finalmente se involucran románticamente. Su amor intensamente apasionado y transformador tiene un poder trascendente en ambos.
“Creo que la soledad de uno refleja la del otro”, dice Mescal de la relación de su personaje con “Adam”. Él se siente como un niño pequeño, para mí, como alguien que debería ser mucho más feliz de lo que es, y el mundo le dice que debería serlo, pero no lo es. Se oculta detrás de su actitud positiva y libre con respecto a la sexualidad, y siendo divertido. Tiene una relación casual pero algo problemática con las drogas y el alcohol. Está atrapado. Lo reconozco en pequeñas partes de mí mismo y de amigos y de muchos hombres jóvenes del mundo”.
Aunque “Todos Somos Extraños” está ambientada en un período de tiempo y en una época singular, las secuencias de cuando “Adam” regresa a la casa de su infancia para ver a sus padres transcurren en una versión de nuestro mundo de la década de 1980, como si entráramos en un sueño, en un vago recuerdo inducido por la nostalgia. Para reforzar la noción de realismo y resaltar la conexión personal de Haigh con la historia, algunas de estas escenas se filmaron en la casa de su propia infancia.
“Cuando entré en el dormitorio de la infancia de Adam, había muchas cosas que yo había tenido en mi propia habitación de la infancia. Les sacaba fotos y se las mandaba a mis hermanos diciendo «Dios mío, ¿se acuerdan de esto?». Estaba reproducida divinamente y la investigación había estado muy bien hecha”, recuerda Andrew Scott.
La parte romántica de la historia de “Todos Somos Extraños” transcurre en una Londres más conocida y contemporánea. Las escenas van de la moderna torre de apartamentos en donde viven “Adam” y “Harry” al club nocturno, en la que se filmó una parte de la película impactante y muy bellamente lograda, rodada en locación en la icónica institución londinense de la comunidad gay: la Vauxhall Tavern.
“Se siente casi apocalíptico”, añade Mescal. “Refleja, hasta cierto punto, el aislamiento del mundo. Tienes estas torres corporativas y estas ciudades que se están erosionando rápidamente, y uno se siente como pequeñas hormigas en estas torres gigantescas. Si uno no tiene la inclinación de salir y conectarse con el mundo, es muy fácil encontrar un lugar que te aísle. Eso es lo que representa la torre, se siente fría e impersonal. Y frente a todo eso, estos dos personajes se las arreglan para encontrar una conexión que creo que es muy realmente inspiradora”.
El tono distintivo de “Todos Somos Extraños” a veces adquiere una cualidad etérea. También está anclado por la manera en la que encara la experiencia humana. Sus diversos niveles y texturas conllevan un profundo trasfondo emocional. Haigh creó un tono rico en nostalgia y añoranza, emociones muy poderosas en “Adam”.
Scott comenta que fue una filmación muy emotiva. “Siento una fuerte conexión personal con muchos elementos, ya que soy homosexual, y con la experiencia de tener la esperanza de que tu familia te acepte cuando le digas quién eres. Creo que es algo que no solamente experimentan las personas homosexuales, todos quieren sentirse aceptados y conectados con su familia”.
“Ver a Adam y Harry conectarse se siente como algo muy auténtico, real y apasionado. Se gustan”, explica Mescal. Los dos son básicamente muy buenas personas. Los dos se sienten muy aislados, y la película es esencialmente sobre encontrar conexión. Pero creo que luego va más allá de eso, porque ellos encuentran verdadera conexión en un mundo que se siente impersonal, o frío. Cada vez es más difícil encontrar las conexiones que vemos que encuentran ‘Adam’ y ‘Harry’ en la película”.
Y continúa diciendo: “Es muy emotivo. Son dos hombres que quieren sentirse conectados con el mundo y con la gente que los rodea y les cuesta encontrar esa conexión. Y eso es algo con lo que fácilmente nos podemos identificar y podemos empatizar con esos personajes”.
Scott examina también la narrativa romántica y lo que hace que esas dos almas formen parte de la vida del otro. “‘Harry’ es un personaje muy diferente a ‘Adam’”, reflexiona Scott. “Creo que los dos son muy vulnerables. Creo que es una de las cosas que ellos ven de inmediato el uno en el otro y lo que los enamora. Uno de los desafíos para Paul y para mí era cómo interpretar la química sin desvelar demasiada biografía. Porque los personajes tienen que mantener un elemento de misterio. Así que jugamos primero con el amor, que es algo muy hermoso de interpretar frente a la cámara”.
Finalmente, expresa el actor que le gustan las emociones complejas que no se pueden definir. “Es un poco como la melancolía como emoción, es triste y extrañamente alegre al mismo tiempo. Y me encantan ese tipo de emociones que parecen estar luchando entre sí pero que también funcionan como un todo”.