Descubrí la serie “Big Little Lies” en 2017 cuando ya tenía meses de haberse estrenado, comencé a las 08:00 de la mañana y no paré hasta casi las 15:00 horas de un domingo, solo puse en pausa uno de los 7 capítulos para desayunar, hacía mucho que un programa de televisión no me cautivaba tanto.
Este domingo terminé la segunda temporada y me dejó la misma sensación que cuando la vi por primera vez, una especie de melancolía que tiene que ver sobre cómo construimos nuestras relaciones interpersonales entre los 30 y 40 años de edad, pareciera que los juegos de poder se vuelven más interesantes con el paso del tiempo.
“Big Little Lies” es un melodrama glorioso, es como deberían ser las telenovelas o teleseries actuales, tiene todo el drama que un espectador hambriento como yo necesito, tiene un elenco de súper lujo, solo monstruos del histrionismo, todas excelentes actrices que además producen, actúan y desarrollan sus proyectos con una sensibilidad y perspectiva femenina que erizan los poros. Si aún no han visto este proyecto de HBO, se están perdiendo de una gran historia.
La trama se desarrolla en California, en una ciudad llamada Monterrey. Ahí, cinco mujeres están construyendo su presente: «Madeline» (Reese Witherspooon), «Celeste» (Nicole Kidman), «Jane» (Shailene Woodley), «Bonnie» (Zoë Kravitz) y «Renata» (Laura Dern), son mujeres que en un principio no tienen nada en común, salvo que todas son madres de familia, la cuales llevan a sus hijos al mismo colegio, sin embargo, una muerte las une. Y esa es la punta del iceberg que nos lleva a recorrer una segunda entrega que acaba de terminar; donde hace su entrada triunfal Meryl Streep como “Mary Louise”, una mujer más compleja que las otras cinco que está en busca de justicia o de venganza, ya lo descubrirán ustedes.
“Big Little Lies” no es “Esposas Desesperadas”, cuya trama giraba más en la comedia sofisticada; la serie de “Las 5 de Monterrey” es un dramón donde señoras ricas americanas entre los 30 y 40 años se enfrentan a temas tan contemporáneos como complejos: violencia intrafamiliar, estafa, infidelidad, violación, abuso, juego de apariencias y manipulación, elementos que toman el melodrama para conectar con la audiencia.
Los diálogos son contundentes y efectivos, las indirectas se vuelven letales, llenas de veneno que para el televidente son un elixir. Ver en un duelo actoral a Nicole Kidman y Meryl Streep donde la contención es la principal característica de sus personajes, mientras pelean por la custodia de unos niños, es uno de los momentos más impactantes que nos ha dado la televisión.
Y es que la característica de estos personajes de “Big Little Lies” es que son mujeres que guardan las apariencias, que son sigilosas, pero que revientan en los momentos más oportunos. Esta es una gran serie que se merece todas las nominaciones a los mejores premios de la industria.
Meryl es la más camaleónica, es una actriz de primera línea que dota a sus personajes de características únicas, es impresionante su cualidad y vena histriónica, y sin embargo, deja brillar a sus compañeras de reparto.
Los caballeros de la trama si bien tienen roles secundarios, no dejan de ser importantes, de tener un peso estratégico y funcional en la historia. En fin, ojalá que pronto nos anuncien que hay una tercera temporada en camino porque quedaron varias incógnitas en el aire.