Regresó “Bonding” después de un buen tiempo y no pierde su magia, es de esos proyectos tan relajados que te ponen de buen humor apenas pasan los primeros minutos. Su proeza es que plantea con gran naturalidad y humor, temas sexuales que solo los habíamos visto desde el ángulo del erotismo o de situaciones más viscerales y nos deja ver que toda persona en este mundo tenemos nuestros fetiches y nuestro lado kinky que para nada nos debería de avergonzar.
En esta segunda temporada, “Tiff” (Zoe Levin) y “Pete” (Brendan Scannell) tienen la entrada prohibida a todos los calabozos de Nueva York por incurrir en prácticas poco profesionales. Y ante la necesidad de ganar dinero antes de empezar el nuevo año, “Tiff” le suplica a su antigua mentora, dómina “Mira” (Nana Mensah), que los acepte. La dominatrix “Mira” dice que sí, pero con una condición: “Tiff” y “Pete” deben volver a la escuela de dominatrices y amos.
“Tiff” está poniendo todo su empeño, pero parece que “Pete”, no. Ambos tendrán que poner a prueba su amistad y ver si es tan resistente como parece, mientras lidian con sus parejas actuales. Y es que en su desarrollo personal ambos amigos están descubriendo que ya no tienen los mismos intereses que al principio, “Pete” quiere darle más impulso a su carrera como comediante y ha tomado aspectos personales de la vida de “Tiff” para hacer sus rutinas y este hecho a ella la ha lastimado.
Me gusta que aunque la serie habla con mucha libertad sobre la diversidad en general, sus personajes también afrontan dudas y cuestionamientos que cualquiera nos haríamos ante una relación sentimental conflictiva o defendiendo nuestra forma de ser y de pensar. Es una gran comedia que te devoras en dos horas porque sus capítulos son cortos, concisos y entretenidos, además la estética que maneja es espectacular. Ojalá no tarde en llegar la tercera temporada.