En la adolescencia es habitual que los hombres –la mayoría heterosexuales– compitan por quién eyacula más rápido al masturbarse, que se froten los genitales, e incluso medirse el pene para ver quién lo tiene más grande.
En el caso de las mujeres, los primeros besos de exploración son entre ellas mismas y también entre ellas se da el juego de frotarse. Sin embargo, al llegar a una edad más adulta tanto hombres como mujeres, asimilan su sexualidad y orientación de acuerdo a sus necesidades, intereses y placeres.
La profesora y escritora sobre sexualidad, Jane Ward, de quien el año pasado se publicaron varios artículos en México a raíz de sus publicaciones como «Not Gay. Sex between straight white men» (2015), es quien ha desarrollado textos entorno a un término que se denomina “Brojob” –“bro” de brother (amigo) y “job” de blowjob que es sexo oral–.
Y aquí seguramente nacerá la duda de si estos chicos que tienen experimentación sexual con otros hombres son gay de closet o bisexuales que aún no se atreven a reconocerlo, pero es esta especialista quien explica que esta actividad sexual se da entre dos o más hombres heterosexuales, donde regularmente se practica la masturbación, frotamientos y solo en algunos casos, la penetración, se trata de una exploración del placer donde no hay contacto emocional ni atracción física, solo un campo de práctica sexual.
Esto podría darse, por ponerles un ejemplo, en un cuartel militar, cárceles o en fraternidades donde solo hay chicos y la exploración sexual se dará invariablemente. Partiendo de esta línea, podemos decir que son varios los hombres que deciden ahora tener sexo con varones y esto nos los convierte en homosexuales, simplemente no están limitados a tener contacto físico solo con mujeres.
Podrá parecer muy descabellado el tema, pero es algo que ya existía tiempo atrás, solo que ahora en tiempos de redes sociales estas prácticas tienen mayor eco y estudio, por lo tanto hasta se les denomina por términos como este que menciono, el “Brojob”.
Un amigo me decía que Justin Bieber o cualquier otro joven sexualmente activo, puede experimentar en el sexo sin titubear sobre su preferencia sexual, pues la manera de ver el placer no es la misma que la de generaciones anteriores, y creo que tiene razón, pues que un varón decida extender su placer, no lo hace ni más hombre, ni menos hombre, simplemente expande su experiencia sexual.
Lo que sí es extraño es que en nuestra sociedad si un hombre experimenta con otro, vamos, incluso que muestre afecto fraterno hacia un amigo o compañero, se le tacha de “maricón” y en contrapunto, sí se acepta que dos chicas se besen aunque sea por diversión, o si son amigas, el que vayan de la mano caminando por la calle no es visto como algo extraño. Yo tuve compañeras en la universidad que jugando se besaban, pero si dos hombres lo hacían eran señalados como homosexuales, lo cual nos muestra que hemos sido educados con conductas homofóbicas.
Debo de confesarles que si yo hablo de este tema es porque yo viví una experiencia parecida al “Brojob”. Alguna vez en una fiesta con un chico heterosexual salió el tema del sexo y dijo que conmigo no habría problema en que sucedería la experiencia, pero cuando sus amigos escucharon, vinieron a mí y me dijeron que este chavo estaba casado y tenía un hijo. Entonces, decidí no hacer más, pues eso ya no va conmigo.
Veo también que los chicos más jóvenes que yo, entre que juguetean y son cercanos, viven el afecto y el deseo sin complicarse tanto, así que creo que es un tema de generación. La exploración sexual es ahora un tema de libertad, cada uno decide qué le gusta, qué hace y qué no, así que no suframos tanto, ¡mejor vivamos, es el 2018!
“La sexualidad es dinámica y visitar un país no te cambia de nacionalidad”
El terapeuta sexual, Armando Díaz, explica que el hecho de que haya hombres heterosexuales que prefieran experimentar con otros hombres heterosexuales puede ser una expresión de homofobia, en el sentido de menospreciar a hombres homosexuales, pero que también puede ser una forma de explorar el mundo acompañado de alguien con quien comparten una identidad hetero.
“El término que utiliza la autora es un ejercicio de clasificación de personas que lo que hacen es no querer clasificarse. Existen varias situaciones por las que un hombre heterosexual tiene sexo con otro, por ejemplo, la exploración, otra es el placer pero sin querer aterrizar a una orientación homosexual. Tal vez ni siquiera se quieran identificar como bisexuales.
Existen identidades nómadas; es como ser una flecha en el aire que ha sido lanzada por un arco. Una identidad nómada implica que la persona no ha llegado a un punto concreto (blanco) y así permanecerá”.
“Freud consideraba que todas las personas tenemos la potencialidad de la bisexualidad pero que la cultura nos restringe sentirla y vivirla. Los chicos hetero que exploran con un hombre homosexual no siempre lo ven como hombre, y por lo tanto no se consideran que están saliendo de la heterosexualidad”.