Se cierra el ciclo de “Cómo entrenar a tu dragón 3”, una trilogía que nos habló de la importancia de ser inclusivos en un momento importante de la vida donde cada vez nos volvemos más polarizados, donde aunque en la realidad hablamos de empatía, en redes sociales somos los más violentos con nuestras opiniones. Durante 10 años este proyecto de Universal Pictures fue fiel a su esencia: abrazar nuestras diferencias y convivir en diversidad.
Te compartimos 5 razones para que veas este final de ciclo que nos cautivó a chicos y grandes.
1.- Lideres natos. “Hipo” y “Chimuelo” han crecido ya y se están forjando como líderes de sus respectivos mundos. Cada uno se da cuenta de su vocación y cómo tienen que encausarla para su propia confianza y para ser soporte de quienes están a su alrededor.
2.- Amistad a prueba de todo. Con la madurez, “Hipo” y “Chimuelo” saben que tiene que tomar caminos distintos, pero la amistad que se forjó en ellos es inquebrantable, sus diferencias fueron sus vínculos y ser amigos va más allá de cualquier obstáculo en el camino.
3.- Respetar a los seres vivos. Hay un mensaje muy marcado en la cinta, el respeto a los seres vivos, utilizando como ejemplo la convivencia con los dragones. Dice “Hipo” que estos bellos seres permanecerán como un mito hasta que el humano aprenda a respetarlos y a vivir en armonía con ellos. Esta analogía es muy cierta en la vida real, tenemos que defender la vida de los seres con los que compartimos nuestro planeta.
4.- El amor está en el aire. “Hipo” ve en el amor de “Astrid” el complemento que necesita para lograr sus sueños. Y también “Chimuelo” se enamora de “Furia Luminosa” con quien emprenderá un momento importante en su vida como líder de la manada de dragones.
5.- Encontrar tu propósito. “Hipo” no es un vikingo común a los demás y esa inseguridad le causó problemas para encontrar su vocación, en ese sentido la cinta nos enseñó que pese a la adversidad y a escuchar que no somos aptos para algo, si somos persistentes en nuestro sueño, cualquier cosa podemos lograrla.
