La nueva serie de Amazon Prime, producida por Sony, “De brutas nada”, tiene un ritmo ligero y fresco, con gran calidad en imagen y colores, pero eso no quiere decir que no caiga en clichés e inverosimilitudes donde pareciera que el que escribió la historia asume que cree conocer el universo de la diversidad y la inclusión.
¿Por qué? La trama es sobre “Cristina” (Tessa Ia), quien al enterarse de la infidelidad de su prometido, obviamente lo deja, pero se queda con la deuda del departamento. Entonces, tiene que buscar un “roomie”, pero no quiere saber nada de hombres, todas las chicas que conoce para compartir hogar no la convencen y es cuando llega “Alejandro” (Christian Vázquez), quien finge ser gay para que lo acepte rentar, pues está desesperado por no encontrar un lugar dónde vivir.
Hay un flechazo entre los dos, que según ellos no se dan cuenta, porque él es “gay”, aunque desde el primer capítulo el público ya sabemos cómo terminará todo. Entonces, se desarrollan enredos y demás aventuras para seguir con la mentira de su homosexualidad, disfrazando a los estereotipos de inclusividad que yo como espectador y persona de la diversidad, jamás me creí.
No me sentí ofendido, pero tampoco cómodo, creo que para desarrollar una comedia tomando como pretexto el tema de fingir alguien quien no eres, los guionistas tuvieron que acercarse a conocer la deconstrucción que estamos viviendo la comunidad LGBT y a partir de ahí, desarrollar su historia para que no se sienta un contenido que hace como que entiende la diversidad, puesto que por eso mucho del público heterosexual sigue pensando que somos un cliché. Y si lo hicieron y hablaron con gente experta. Entonces, no entendieron nada.
Los mejores personajes construidos son los amigos de los protagonistas, “Hannah” (Carolina Ramírez), una mujer con sus “issuess” como todos en la vida, pero que se toma todo con filosofía, es independiente, protectora, analítica y bien desarrollada por la actriz, con mucha naturalidad y gracia. El otro rol atractivo es el de Oswaldo Zárate como “Miguel”, desparpajado, ligero, amigable, guapetón y buen amigo.
En cambio, el personaje que hace Tessa Ia es chocante, berrinchudo e insufrible, me generó cero empatía, yo pedía a gritos desde la pantalla que la protagonista fuera “Hannah”, tiene una vida más interesante que la otra, que espera que todo le resuelvan y que tiene una co-dependencia por patanes como su “roomie”, “Alejandro” (Christian Vázquez), soso, aburrido e interpretando al típico heterosexual que cree ser otro tipo de hombre, uno más abierto y comprensivo y que cae en los mismos patrones del galán de siempre. Ambos personajes me cayeron gordísimos.
La serie se hizo, por lo que veo, entre Colombia y México, hay elenco de ambos países y está cool, hay una mezcla de acentos y palabras arraigadas tanto de una nación como de otra. Sin embargo los nueve capítulos son redundantes, desde el primer episodio sabemos que los protagonistas se enamoran y se le da muchas vueltas al asunto para cumplir con una cuota de varios, el enredado se pudo haber resuelto en tres episodios y mejor explorar aún más la historia de vida de los roles secundarios que tienen más carnita, como el matrimonio de la hermana de “Cristina”, “Graciela” (Diana Bovio) y “Guillermo” (Julián Román). En fin, es una serie dominguera que cuenta una historia muy de ficción con algunas pinceladas de la vida real.