Diego Enrique Osorno estrena “Vaquero del mediodía” en Netflix

La pandemia por COVID-19 ocasionó que el documental del periodista y cineasta, Diego Enrique Osorno, “Vaquero del mediodía” retrasara su estreno en salas de cine, mientras hacia la promoción llegó el confinamiento voluntario y tras ocho meses de crisis sanitaria, el proyecto fílmico puede disfrutarse en la plataforma Netflix.

Hace unos meses tuvimos oportunidad de conversar con Diego Enrique sobre este trabajo cinematográfico que toma como protagonista a Samuel Noyola, un poeta y discípulo de Octavio Paz con una visión sobre el mundo muy peculiar, quien desaparece dejando tras de sí una serie de rastros de su obsesiva vida como artista, guerrillero y vagabundo. Entonces, el público seguirá esta búsqueda tan personal como frenética de un misterioso personaje de finales del siglo XX.

Este proyecto fue de largo aliento, de más de 11 años. “Empecé con una camarita y luego fue adquiriendo la característica de una producción en forma, en el camino hice otros documentales, series y cortos, pero siempre pensaba en este como el documental más personal y más íntimo. Yo la poesía de Samuel la leo inclusive desde antes de este proyecto, siempre ha sido un bálsamo y evidentemente en el proceso de trabajo, uno va regresando al material constantemente para editar, para hacer nuevas entrevistas y para todo lo que implica una cosa como esta”.

Este documental propició en Diego Enrique, la intención de explorar la novela como escritor. “Tiene que ver con la reconexión del sentido artístico, algo que uno no puede negarle a Samuel es la congruencia como artista. Muchos de jóvenes tenemos ideales, pero los vamos traicionando conforme avanzamos en la vida, porque tienes hijos o tienes que pagar la renta. Algo que me impresionó de Samuel es que él dijo que no iba a trabajar para el gobierno porque (hacerlo) te vuelve estúpido, y tampoco para las empresas porque están dominadas por ricos miserables y mejor vivir para la poesía. Entonces, puede sonar a alguna cosa que un adolescente dice y luego la realidad lo aplasta, pero a él, la realidad no lo aplastó, lo desapareció”.

Y recuerda el periodista que el autor fue congruente con lo que se propuso, pues nunca tuvo casa, nunca tuvo familia y nunca tuvo un trabajo, “vivió para la poesía antes de desaparecer y eso a mí me causa una admiración tanto como un miedo, porque uno siente que ese compromiso con el arte, te puede consumir como le sucedió a él. Entonces, será por eso que me estoy animando otra vez a la literatura, porque el oficio del periodismo no es un arte, aunque parezca a veces, es algo que el trabajo cotidiano te va dando, no tienes que tener una inspiración, como sin duda alguna la tienes que tener para ser poeta”.

Los ideales de Samuel eran sobre la libertad, pero el precio que pagó no perderla fue el de la marginalidad, tuvo una vida decadente. “Su desaparición es un misterio, hay muchas posibilidades de que esté en el desamparo y de que necesite ayuda, pero también cabe la posibilidad de que esté bien el algún lugar viendo toda esta parafernalia que estoy haciendo alrededor de él y que se esté riendo mientras sigue su vida cotidiana, que no estaría mal porque le daría grandeza a su figura y a su conquista de la libertad, algo que muy pocas personas pueden lograr en su trayectoria y proyecto de vida”, finaliza.

Imagen que ilustra el artículo, de Fabricio Atilano. 

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Kike Esparza

Soy un periodista apasionado del cine, la música y la moda. Tengo una obsesión por contar las horas y estornudar una y otra vez cuando tengo que tomar una decisión. Quiero ser como Carrie Bradshaw.

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En este blog Kike Esparza habla desde su experiencia, 12 años en el periodismo le han permitido adentrarse y disfrutar de tópicos como el cine, la música, la moda y la diversidad. Rosa Distrito es el espacio que disfrutamos todos.

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