Desde hace unos meses en el diario para el que orgullosamente trabajo estoy realizando entrevistas en vivo, los llamados “lives” a través de Facebook. Y la realidad es que la experiencia me ha gustado mucho, me ha ayudado a desenvolverme mejor frente a la cámara, tener dominio de mis pensamientos y también a obtener visibilidad con la audiencia porque ya saben o van identificando que me dedico a los espectáculos y el estilo de vida.
Pero también la experiencia me ha hecho darme cuenta de lo vulnerables que podemos ser las personas que estamos a cuadro, literal nos llueven todo tipo de comentarios y aunque en un principio me daba terror leer las opiniones, ahora me río y lo tomo con filosofía, porque también he sido hater y he dado mi punto de vista desde la ignorancia.
De verdad que las figuras públicas que todo el tiempo están en el escrutinio de la audiencia, sean buenas personas o no, merecen mi admiración por aguantar vara, porque la crítica está gruesa, pero es necesaria para darnos cuenta de cómo estamos como sociedad.
Yo que soy un simple y mortal reportero, me he aventado comentarios bien interesantes hacia mi persona: que si soy un “jotazo”, “un puto millennial y hípster”, que si no me baño y que mi voz es de niña. Y la verdad es que sí, soy afeminado, tal vez me veo hípster -que no es nada malo- pero me gusta “El bombón asesino” de Ninel Conde y sí, mi voz es aguda y jamás la podré cambiar.
Todos estos comentarios particularmente me parecen muy chistosos, pero en el fondo están llenos de ira, de gente que ve a las redes sociales como medio de desahogo para sacar sus frustraciones. Y es válido, alguien que no me conoce no tiene que ser lindo conmigo para darme su opinión, lo malo es que se centran en mis defectos o los defectos personales –por llamarlo de alguna manera–de quienes estamos en el cuadro y no de la información que estamos transmitiendo y que puede ser útil o no, para la audiencia.
Todo es acerca de tirar a matar, que si el artista está gordo, viejo, acabado, o que también está operada, fea y vulgar. Y queridos haters, creo que no se han visto en un espejo, y si ya se vieron, entonces la realidad los fastidió tanto que hay escupir para no envenenarse.
El que haya haters es sumamente necesario porque nos mide a todos sobre cómo nos percibimos, les puedo decir que en mi experiencia, ya que me desenvuelvo en los medios de comunicación –donde apelamos a las opiniones– me doy cuenta que somos intolerantes, discriminadores, racistas misóginos y muy ignorantes. Sí, así somos los mexicanos. Entonces, a pesar de que nos esforzamos por tratar de difundir que hay que ser respetuosos, la mayoría no lo somos.
Pocas, de verdad que son pocas las opiniones que aunque negativas, son libres de vocabulario inapropiado, soez e ignorante. La mayoría de los opinólogos en redes sociales emiten sus puntos de vista sólo leyendo el titular de un artículo o hecho informativo, no se dan el tiempo de leer todo el contenido antes de pensar en su opinión. Pero la retroalimentación es necesaria y el humor negro que se da en los comentarios también hace falta. Haters, seamos ácidos, pero con conocimiento de causa.
- Fotografía de Multimedios Comunica
- Look deportivo de Mosma Moda. Botas de Cklass y calcetines de LOB Moda.
- Locación: Acuario Michin