La libertad creativa de un artista sonoro se alcanza con la madurez musical de los años y Ely Guerra es ejemplo de ello. La cantautora está promoviendo “Zion”, su nuevo disco donde el único instrumento es su voz, en todos sus colores, tonos, texturas, imperfecciones y límites. Aunque el álbum aún no se publica en su totalidad, la intérprete ya adelantó dos sencillos, el primero que le da nombre a su placa y el segundo que lanzó hace unos días, “Harmonic”.
“Yo siento que la voz tiene un poder en muchos niveles. Yo por supuesto he aprendido a entenderme cantando, pero luego también entendí que cualquier cosa que digo tiene una repercusión, y que además tiene diferentes interpretaciones. Yo puedo estar diciendo una cosa, pero tú entiendes otra. Entonces, estoy aprendiendo a explicarme lo mejor posible, porque casi que cuando uno expresa una opinión, o una emoción, estamos expuestos como el poeta que escribe su poema, (que cuando alguien más lo lee), después es tuyo, lo pones al nivel de lo que a ti te está ocurriendo”, comparte para Rosa Distrito.
Para Ely, esta entrega vocal en su nuevo proyecto, es algo que la tiene muy emocionada. “Siento que yo no tengo ningún poder realmente con la entrega (de su música), ¿qué pasa? El único poder es como si te estuviera a ti pasando la papa caliente, es tu historia, es tu viaje. Y me siento muy contenta porque la gente que lo ha oído (el disco), personas cercanas, amigos creativos porque estamos compartiendo el proyecto para generar visuales y cosas, es muy linda la respuesta porque automáticamente es personal, dejó de ser mi música para ser de ellos y eso es muy emocionante, la verdad”.
Señala que la respuesta a su nueva música es tan positiva, que quien siente algo, lo expresa de manera solemne, “queda fuera lo que ocurre mucho ahorita, el hate, este asunto de tirar mala onda por tirar mala onda. Siento (que la música) cambia el canal porque hay una profundidad importante y entonces te obliga entrar a un nivel un poquito más arriba”.
Ely siente que este disco es un paso obligado que tenía que tomar, como un llamado hacia algo que tenía que hacer. “No sabía a qué me estaba enfrentando hasta que estuve en el estudio y me enfrenté a grandes temores personales, como el por qué quiero hacer esto. Y después me topé con broncas técnicas, yo no quería estar con un productor ni con un ingeniero, no porque no quisiera, sino porque sentía que era un espacio tan íntimo y personal que no entraba otra persona aquí. Claro que empecé a tener notas y ya solucionado esto, las broncas fueron saber para dónde iba este monstruo y fue mágico, porque con el poder de mi voz empiezo a hacer cosas que no había hecho antes, comienzo a descubrir caminos súper nuevos, estructurados como desde otra base de mi voz”.
Y continúa, “claro yo sé cuál es mi registro, yo sé que alcanzo ciertos graves y que tengo ciertos agudos, que soy mezzosoprano, pero yo nunca entendí el poder verdadero de mi voz hasta que me encuentro conmigo misma. Entonces, fue un camino muy solitario, pero lo agradezco muchísimo porque me llevó a lugares increíbles. Y esta propuesta lo que hace es que quien la escucha, lo lleve a lugares maravillosos. Dejamos de hacer música por encargo, dejamos de hablar de hacer música porque ya acabé un disco y hay que hacer otro, dejamos de hablar de que hay que hacer la promoción de un sencillo porque es lo que está de moda”.
Puntualiza que ahora todo se recarga en el arte mismo, “de disfrutar del arte, no de que me informes del arte, sino vivir la experiencia del arte que es la música”. Ely comenzará sus nuevos conciertos en septiembre en el Centro Cultural Roberto Cantoral.
“Yo quiero estar con todas mis ‘yo’ en el escenario, quiero estar con todas esas texturas ahí. Estamos trabajando con programas software que nos permiten disparar todo en vivo, ¿qué va a ocurrir? Vamos a estar dos músicos en el escenario realmente disparando como si fueran instrumentos las voces. Entonces, la música ocurrirá a tiempo real y lo que tú estarás viviendo como público es la emoción de un músico trabajando”.