Durante mucho tiempo han existido las llamadas “terapias de conversión”, en las que se pretende cambiar la orientación sexual de las personas no heterosexuales. A finales del 2018 se presentó una iniciativa en el Senado de la República para prohibirlas y sancionar a quienes las promuevan o las impartan porque están relacionadas con la tortura psicológica, el auto odio, entre otras cuestiones.
Se piensa que la orientación sexual y la identidad de género son una cuestión de preferir tener atracción hacia un hombre o hacia una mujer como elegir entre el tipo de ropa que usamos, el color de nuestra casa o el sabor de helado. No es así. Estas comparaciones refuerzan la idea que los y las homosexuales pueden elegir «dejar de sentir atracción» hacia personas de su mismo sexo.
Lo que no saben, o no quieren comprender, es que la orientación sexual va más allá de una simple preferencia, por ello es incorrecto llamar “preferencias sexuales” a la orientación sexual, porque esta última es una parte inherente de tu persona, tal como lo explica Marta Lamas en el libro “Damas y Adamados” de Antonio Bertrán:
“La orientación sexual y el papel importante que tiene el inconsciente es que tú no eliges de quién te erotizas. Yo como buga no me erotizo con todos los hombres, me erotizo con algunos por ciertas cosas que a veces ni yo misma comprendo (…) Es necesario explicar que la libido, como bien Freud dijo, es indiferenciada y nada más tiene un cuerpo de hombre o de mujer (…) pero que tú voluntariamente no la puedes encauzar, porque se encauza por una serie de procesos involuntarios”.
He aquí donde tiene un error iniciar el pensar que podemos dejar de erotizarnos por simple decisión, más bien estaríamos reprimiéndolo para estar acorde a ciertas expectativas sociales. Es mejor promover una comprensión de cómo funciona y se forma la orientación sexual, mudar de «terapias de conversión» a terapias de aceptación, de conocernos y reconocernos plenamente para aceptar las maravillosas personas que somos.
Por mucho tiempo se han impulsado las terapias de conversión o Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual o Identidad de Género (ECOSIG), como una “cura” para personas que viven una presión social muy grande por ser LGBTTIQ. Pero la esperanza más grande la tienen los familiares de las personas que son sometidas a estas prácticas, que esperan que de verdad dejen de ser gays o lesbianas. Muchas veces respaldan estas preocupaciones en creencias religiosas o “por su propio bien”.
Con la presentación de esta iniciativa en el Senado de la República, esperamos que pronto sea votada positivamente por todos los Senadores, para que pueda ser una realidad a nivel federal. La ventaja de esta iniciativa presentada en 2018, es que fue propuesta por tres senadoras de 3 partidos diferentes: Citlalli Hernández Mora de Morena; Patricia Mercado Castro de Movimiento Ciudadano y Alejandra Lagunes Soto Ruiz de Partido Verde Ecologista. Por ello, esperamos que las tres bancadas completas de dichos partidos voten a favor de esta modificación que se está proponiendo a la Ley General de Salud y al Código Penal.
¿Qué propone esta iniciativa?
Promueve una sanción de 1 a 3 años de prisión, una multa de 150 a 300 días de trabajo a la comunidad o 200 días de multa para a la persona moral o física que promueva, imparta, aplique, obligue o financie cualquier tipo de tratamiento, terapia, servicio o práctica, con o sin fines de lucro con el objetivo de obstaculizar, restringir, impedir, menoscabar, anular o modificar la orientación sexual, identidad o expresión de género de una persona.
De la misma manera la sanción aumentará al doble en los casos en que las conductas tipificadas se realicen en contra de personas menores de dieciocho años, adultos mayores o personas que no cuenten con la capacidad de comprender el hecho.
Esperemos que esta iniciativa sea convierta en una realidad y se pueda aplicar en todos los Estados de la República, especialmente en entidades como Jalisco donde hemos tenido gobernadores panistas que incluso han financiado este tipo de “terapias”, sin saber el daño profundo que causan a las personas que son víctimas.
Alguien cercano puede ser víctima
Personalmente he tenido la oportunidad de conocer a un chico que fue víctima de este tipo de terapias. Cuando su familia supo que era gay, por más de 3 años acudió con un pseudo psicólogo que diariamente le hacia creer que lo que él sentía y vivía era una razón de vergüenza. Para liberarse poco a poco de la presión familiar y el aislamiento social en el que vivía, les hizo creer que «estaba dejando de ser gay» y se convirtió en un caso ejemplar de “curación” en Guadalajara. Al estar yendo a estas «terapias», pudo entender la lógica que empleaban estas personas y les dijo lo que querían escuchar, tanto a estos “psicólogos” como a su familia.
A la distancia, esta persona reconoce que el haber sido víctima de estas malas prácticas solo le ocasionó una depresión crónica y una repulsión a su persona por sentir atracción sexual por otros hombres. Después de muchos años ha podido ir sanando el daño psicológico y a su autoestima que le generaron estas prácticas. Él mismo cuenta que supo de casos de personas que estuvieron acudiendo al mismo tiempo que él y se suicidaron al no poder controlar la atracción que sentían por personas de su mismo sexo.
Es de suma importancia que en Jalisco se proponga una iniciativa para prohibir dichas prácticas, su promoción y financiación. La aprobación de la iniciativa presentada a nivel federal podría significar un avance en todo el país, pero su persecución y castigo tendrá mayor impacto cuando los congresos locales de cada Estado de la República sancionen a los responsables de los ECOSIG, de igual manera.