Pedro Almodóvar regresa a los mediometrajes después de “La Voz Humana” (2020), el cual fue protagonizado por la excepcional Tilda Swinton. Ahora el director español presenta un western homoerótico protagonizado por Ethan Hawke y Pedro Pascal con la participación de Manu Ríos, José Condessa, Jason Fernández y George Steane, entre otros.
Este filme ofrece una trama llena de elementos sugestivos que apelan a la seducción, la pasión y la nostalgia, no hay escenas explícitas, pero sí diálogos que lo son con una enorme carga sexual, emotiva y apasionante donde dos hombres cincuentones se reencuentran después de haber experimentado en su juventud un llama ardiente de amor y deseo.
El proyecto, recuerda el director, surgió a partir de que Anthony Vaccarello, director creativo de Yves Saint Laurent quiso trabajar con él porque a la casa de moda le interesa desarrollar proyectos artísticos donde se involucre la moda, así que Almodóvar aceptó. La chaqueta verde que usa Pedro Pascal en la cinta es parte de la propuesta de vestuario de la maison, una estética que sin duda rompe con el cliché de los vaqueros, quienes siempre utilizan tonos y texturas sobrias en los filmes y las series.
Pedro había escrito una escena donde dos hombres cincuentones se reencuentran para hablar de la nostalgia del pasado, recordando las aventuras que vivieron juntos. Generalmente como este relato, cuenta el creativo, tiene muchos otros, pues a partir de su observación, de lo que vive cotidianamente, llegan idean a su cabeza que transcribe y se quedan almacenadas en la computadora para después, si funcionan, integrarlas a alguna película o que de ellas se desarrolle una, como ha sucedido ahora con “Extraña Forma de Vida”, de la cual trabajó en el inicio y desenlace de la trama porque el clímax, justo, ya lo tenía.
En este western hay aspectos que son ineludibles al género como el uso del alcohol, las armas, el honor y la gallardía, pero Pedro Almodóvar los resignifica a su manera, como ha sido siempre. Aquí la representación del vino sirve para desinhibir a dos amantes que están ávidos de tocarse, es el pretexto perfecto para sucumbir a la pasión. Mientras que las armas son ese vínculo para acceder a las decisiones que están por afrontar los protagonistas.
El honor y la gallardía, van ligados a un sentimiento paternalista, de protección, como sucede a menudo en las historias de western donde los personajes principales son los honorables y valerosos que ponen el cuerpo y el alma al servicio de su comunidad o de quienes más aman.
En esta historia, Ethan interpreta al comisario “Jake”, un hombre que está buscando al presunto asesino de su cuñada, quien puede ser “Joe” (George Steane), el hijo de “Silva” a quien interpreta Pedro, un padre soltero que busca proteger a su vástago. Tras 25 años de no verse, los dos cincuentones se reencuentran para arreglar esta situación, sin embargo, ante la inminente rivalidad que afrontarán para hacer valer su honor y su gallardía, deciden aplazar este episodio y fundirse en una charla inolvidable que los llevará a un encuentro “orgiástico” y único, como lo refiere el propio Almodóvar.
Tanto Ethan como Pedro, logran una química tremenda, “Jake” es ese hombre serio, pulcro y tímido que rehúye de sus sentimientos, pero “Silva” es un hombre más frontal, sentimental e incluso manipulado que no tiene miedo de afrontar sus deseos.
Como siempre, en cada proyecto de Almodóvar, impera un estilo escenográfico único, en este caso con referencias homoeróticas de los vaqueros, pero al mismo tiempo mimetizadas por la propia época del western donde los hombres son sobrios y de pocas palabras. Este mediometraje es un muy buen ejercicio de cómo reinventar un género cinematográfico como el western.