La reciente película de Darren Aronofsky, “La Ballena”, es un viaje muy doloroso que uno vive como espectador. Antes de verla, necesitas entrar a la sala de cine con el corazón expuesto y la mente abierta, porque tus demonios internos saldrán muy a tu pesar. Sin embargo, hay un mensaje muy poderoso sobre la redención.
La autodestrucción es una lucha constante en el ser humano, cada uno de nosotros cargamos con nuestros propios tormentos y vacíos. Hay quienes después de la caída, nos recuperamos y seguimos adelante para volver a caer y volver a levantarnos, pero también hay quienes no podemos con el dolor y la frustración y aprendemos a vivir con estos sentimientos que nos van consumiendo poco a poco.
Así le sucede a “Charlie” (Brendan Fraser) un profesor con obesidad mórbida que vive enclaustrado en su departamento, la comida ha sido su compañera de vida, pero también su verdugo. “Charlie” es un hombre de mediana edad con una profunda depresión, encausada por la muerte del amor de su vida, un hombre que también lidió con sus propios tormentos.
“Charlie” era un hombre con esposa e hija, pero se enamoró de un hombre y tomó la decisión de ser feliz, aunque el pago de la factura fue el rencor de su propia familia. La salud de “Charlie” ha empeorado cada vez más y en el ocaso de su existencia aparece su hija, llena de reproches y culpabilizándolo por su complicada vida. Esta relación ríspida entre ambos, los lleva a confrontarse y a confrontarnos a la audiencia sobre nuestro andar en esta vida, si somos felices con lo que tenemos y deseamos, o si en realidad la infelicidad es más habitual de lo que pensamos.
En esta película los espectadores parecemos atrapados al igual que “Charlie” en ese departamento lúgubre, tenemos la intención de salir porque sentimos un dolor profundo al verlo, pero hay algo que nos hace quedarnos con él, la empatía, pues es un hombre que a pesar de sus circunstancias decide mantenerse positivo, además, porque todos tenemos alguna salida de emergencia, mientras que para él es la comida, para otros es el cigarro, la bebida o las relaciones tóxicas, cada quien decide cómo flagelarse.
La historia es una adaptación de una puesta en escena, por eso es que también la atmósfera capta esta esencia del teatro. Brendan Fraser es sorprendente, ofrece una actuación devastadora que te hace trizas el corazón, su mirada refleja una profunda tristeza y melancolía por lo que pudo ser y no fue.
Esta es una trama con pocos personajes, cinco: “Charlie”, la hija, la esposa, la amiga y un chico que proviene de una secta religiosa que busca que el protagonista “acepte” a Dios en su vida.
Todos y cada uno de los personajes tienen sus propios demonios, buscando la manera de vivir con ellos, cada uno se refugia en algo para sobrevivir, la ex esposa en el alcohol, la hija en la frustración, la amiga en su amistad tóxica con Charlie y el chico “evangelizador” en su propia religión, donde además se le confronta constantemente sobre su ideología, pero que finalmente termina redimido a ella porque es lo que conoce, es con lo que creció, es su bagaje y es donde encuentra un hogar. Lo interesante es que no hay juicios en esta película de quién es bueno o malo, solo hay seres deprimidos que buscan coexistir para no salir más derrotados de lo que están.
La música también es un elemento importante, te mantiene expectante y alerta sobre una sensación tenebrosa, trágica y oscura. Sin duda “La Ballena” es una gran película con una interesante fábula que te conecta con tu humanidad, donde es importante abrazar los miedos, pero no quedarte con ellos, o sí.