El cine de autor aún derriba tabúes sobre su consumo. Que si sólo es para los intelectuales o para los raros, que si es aburrido o incomprendido. Lo cierto es que es un lenguaje cinematográfico primario para todos aquellos creativos que quieren contar historias, es un campo abierto para experimentar y para desarrollar el talento y las bases de aquellos directores que tienen el impulso de narrar nuevas historias.
En México el cine de autor es primordial para los nuevos valores y para quienes ya tienen toda una vida en la práctica fílmica. Uno de los grandes talentos nacionales es Julián Hernández, quien hace varias semanas estrenó su reciente cinta “Yo soy la felicidad de este mundo” y mientras hacia la promoción tuve la oportunidad de platicar vía telefónica con él, charlamos sobre el cine independiente en México y también sobre ser un ejemplo de la diversidad a través de sus cintas, si bien no es un cineasta enfocado en realizar sólo proyectos con temática LGBT, si ha sido un referente para que se hable del tema sin tabúes y con mucho erotismos de por medio.
– ¿Cómo analizas al cine de autor en México?
–En este país el asunto del cine de autor de alguna manera no puedes evitarlo. La mayoría de la películas aun y con toda la producción que se ha incrementado, siguen siendo iniciativa de autores. Todavía no hay productores que lleguen y te digan: ‘queremos que dirijas esto’, que el director se convierta en un realizador con un oficio que le permita saltar de un género a otro como ocurría en los años 60 o 70.
–La mirada fílmica de los autores es el sello particular del cine independiente…
Antes tu ópera prima casi se convertía en tu ópera póstuma. Ahora las cosas han cambiado mucho y ya podemos tener una serie de continuidad. Aun así, sigo creyendo que los proyectos siguen siendo iniciativas personales. En cuanto al estilo y la manera en cómo están filmadas, creo que todos vamos buscando a lo largo de las películas que logramos hacer, una manera de contar, de ver y de manifestarnos nuestra cuestión acerca del lenguaje cinematográfico. Yo, afortunadamente si no he podido filmar largos de manera continuada, por lo menos hago cortos y eso me permite seguir intentando tener solvencia en esto que le llamamos oficio.
–En cine y series de televisión ya vemos más a menudo personajes gay, algunos aún con los clichés de antaño, otros más aterrizados a la realidad, ¿cómo lo visualizas tú?
–Ahora celebramos mucho que ya casi en todas las películas y las series siempre hay un personaje gay, pero más que emplearlo de manera interesante y responsable, lo usan más como un elemento que resultará de interés para el público. Yo creo que nos hemos convertido en un mercado como susceptible y en la mayoría de las producciones aparece un personaje o una pareja, muchas de las veces de una manera no interesante o responsable, pero de alguna manera están en pantalla y no de una forma peyorativa como estuvieron en muchos años, en lo partícular en los años 70 y principios de los 80.
–¿Tú cómo abordas a estos personajes y sus historias sin caer en estas tentaciones de los estereotipos? Por ejemplo, que sean personajes guapos o con una vida resuelta.
–Sí es muy claro que siempre he pensado que sigue habiendo como una suerte de racismo introyectado en nosotros –en el público mexicano– que nos impide reconocernos con cierto tipo de actores o personajes que lleven ciertas características. Yo me he preocupado por hacer que ese estereotipo que está ahí presente, derrumbarlo y decir que somos gente de muchos tipos y de muchos colores.
–¿Te molesta como creativo que a pesar de que una historia como ‘Yo soy la felicidad de este mundo’ tenga mensajes universales, de pronto se le catalogue sólo como cine de un nicho especifico y con la etiqueta gay?
–Desde la primera película que tuve necesidad de hacer, ‘Hubo un tiempo…’, ya era sobre personajes homosexuales, en ese momento era catalogado como cine queer, pero después como que iba acompañado con una suerte de estigma, de esto que sólo puede ir a un cierto de público y le restaba posibilidades de acceder a una audiencia mayor. Afortunadamente eso ha cambiado, llegó un momento en que dejó de preocuparme si le ponían o no la etiqueta. Tiene sus beneficios sin duda, porque también hay un mercado ansioso de ver películas de este tipo y de reconocerlo. Mis películas le gustan a muchas mujeres, por ejemplo, se sienten identificadas con los personajes y sus relaciones amorosas, eso les produce mucha satisfacción. Yo intento plasmar cosas que rebasan la idea de sólo ver a dos personas del mismo sexo tener relaciones sexuales, uno siempre apela a la inteligencia del espectador.
–Tu cine también es erótico, un sello muy particular.
–En el momento en el que dejemos de tener esa manifestación del rechazo a un cuerpo desnudo, muchos de nuestros tabúes podrán derribarse solitos. Nunca he pretendido poner escenas de desnudos nada más por atraer público morboso, sino porque son necesarias para la manera de cómo yo entiendo lo que quiero contar en un punto en particular.
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Crédito de la foto: Corazón Films