Recuerdo los años de mi niñez cuando tantas cosas me maravillaban y llenaban de asombro, más en específico, lo emocionante que eran estas fechas de Navidad y Reyes Magos donde esperábamos con ansías esos días.
También era padrísimo hacerle la carta a Santa o a los Reyes, además de preguntarme si a mi casa llegaría ese gordito bigotón porque no tenía chimenea. Era muy lindo despertar muy tempranito e ir corriendo a ver si habría alguna sorpresa, sin duda son recuerdos muy gratos y se vuelven aún más interesantes y asombrosos cuando te toca a ti como papá hacer realidad esa magia.
La hermosa Mayra Vidales me comparte para Rosa Distrito su experiencia con sus pequeños hijos. “¡Recuerdo la emoción de formar los zapatos tras de la puerta! Sintiendo la alegría porque los Reyes Magos estaban cerca de llegar. También recuerdo cómo intentaba quedarme despierta para conseguir verlos, cosa que nunca sucedió pues mi cabeza tocaba la almohada y como magia me envolvía en un sueño profundo”.
Mayra cuenta que cuando niña se analizaba si había sido suficientemente buena hija o buena hermana para merecer el regalo de la visita de los Reyes, así como ya la había hecho antes con el Niño Dios en Navidad.
“Hoy con tres hijos, aquellos grandiosos Reyes Magos me han pasado la antorcha para seguir creando la magia. Ahora la emoción llega cuando es el momento de escribirles la carta agradeciendo por todo lo afortunados que somos y todo lo que hemos recibido.
Así como darles las gracias si este año pasan a nuestro hogar a dejar una sorpresa. Se repite la historia cuando mis hijos llenos de emoción, desean esperar despiertos, aunque se duermen cómodos en sus tibias camas más rápido de lo que imaginan, pero al amanecer sus ojitos se llenan de asombro y alegría al descubrir que sí vinieron y han dejado algo para ellos”.
A Mayra le encanta la magia que los Reyes traen a su vida y yo quiero finalizar diciéndoles que mantengamos viva esa chispa de la sorpresa, dejar encendida esa antorcha, tal cual lo dice Mayra. Y tengamos presente la firmé creencia de esa frase que dice: “Lo verdaderamente valioso no es el regalo, sino las manos que lo entregan”.
