Descubrir el hilo negro de la limpieza y el orden no es la finalidad de Marie Kondo, la japonesa experta en el desorden que, tras el estreno de su serie en Netflix “Tidying up with Marie Kondo (¡A ordenar con Marie Kondo!)”, ha despertado la incredulidad de algunos y reforzado los intentos de ordenar la vida en otros sujetos con su método “KonMari” que apuesta por categorías de organización: ropa, libros, papeles, Komono (cocina, baño y patio o cochera) y el valor sentimental.
Marie Kondo no es nueva, desde hace años la respaldan publicaciones que la han convertido en una referencia mundial de lo que implica tratar de tener una casa ordenada y limpia, pero principalmente, cómo es que podemos mejorar nuestra calidad de vida sacando aquellas cosas del clóset que durante meses han estado arrumbadas y que nos resistimos a desechar por flojera o un apego sentimental.
A través de 8 capítulos –de 30 a 40 minutos aproximadamente de duración– esta japonesa muestra a distintas familias que consideran que mediante la limpieza de su casa podrán mejorar no solo el ambiente que les rodea y sentirse más cómodos. Aunque pareciera una tontería que el acomodar un cuarto lleno de tiliches nos dé un poco de felicidad, los argumentos de Kondo son simples y contundentes y nada descabellados.
Quizá la serie nos puede parecer aburrida y sin chiste si partimos de la idea de que obviamente la limpieza es necesaria y es absurdo que alguien más llegue y nos diga que tenemos que acomodar nuestro guardarropa, pero el énfasis y desarrollo sentimental que Kondo añade al proceso de limpieza realmente ayuda si somos de esas personas con síntomas de acumuladores. De esas que guardamos hasta los boletos del cine que nos costaron 2×1 hace 10 años.
Desde hace años, Kondo ha compartido estrategias para organizar la ropa, la cocina, las recámaras y cuanta habitación hay en nuestra casa. Conocida es su iniciativa de que la ropa, por ejemplo, doblada generalmente en tercios y apilada de manera vertical en el caso de las camisas, nos ayudará a ubicar con mayor facilidad que prenda queremos usar a primera vista y sin riesgos de hacer un verdadero batidero en cuestión de segundos y que posiblemente quedé así desordenado nuevamente durante meses.
Lo primero
Kondo viene de una cultura distinta a la mexicana, es una japonesa que acude con familias que viven en Estados Unidos con casas muy diferentes en su distribución de habitaciones y hasta materiales de construcción –los japoneses evitan los muros de concreto y optan por los de bambú para no colgar tantas cosas- , por lo que la serie y sus ejemplos de limpieza pueden parecer ilógicas y extremistas a cómo vivimos en México, quizá, por eso considero, que algunos espectadores no han encontrado un punto de interés en los primeros capítulos.
Los mexicanos tendemos a guardar todo “por si después se necesita”, “por si después adelgazo”, “por si después necesito hacer 20 mil tamales, no voy a tirar esa olla gigantesca que me heredo mi madre”, “por si después voy de vacaciones a la playa voy a conservar esas 15 toallas aunque en mi casa solo estemos 4 personas”. Palabras más, objetos menos, pero generalmente así pensamos en México. Pensar en gastar doble en un futuro teniendo la solución en el presente nos vuela la cabeza.
La serie es amena y probablemente la dulce voz de Kondo nos empalague con su sonrisa a toda hora y lo fácil que le resulta a ella indicarle a las personas “revisa esto, acomoda aquello y los calzones se doblan así”, y que claro, ella no lo haga y sí las familias que le han abierto sus casas y ver cómo es que dan pequeños destellos de aburrimiento cuando esta japonesa los pone ante la primera prueba: apilar sobre la cama o suelo toda, absolutamente toda la ropa que tienen en sus casas, y ahí es donde uno piensa en las cantidades industriales de prendas que tienes y de las cuales solo utilizas el 50% a lo mucho.
Claro que es de risa pensar que alguien que no conoces llegue con toda serenidad a cuestionarte porque tienes 80 pares de zapatos y que no es necesario que tengas 100 platos y que tu casa –que tú pagas o rentas con el sudor de tu frente- necesita una buena limpia porque parece más bodega que casa. Al fin de cuentas quién vive en ese muladar/chiquero/ o pocilga eres tú y muy tu problema.
Quizá Marie Kondo es muy sentimentalista y en todos sus capítulos habla de las emociones que nos despiertan los objetos que tenemos en casa, y a partir de ello sugiere cómo desprendernos de objetos que no usamos y tenemos guardado porque fue un regalo o es recuerdo de un esfuerzo que nos costó tiempo y seguramente dinero.
Kondo habla del agradecimiento de las cosas que tenemos y de las que estamos dispuestos a dejar ir. Sí, la idea de saludar a tu casa de rodillas –al estilo japonés– para empezar a organizar y decirle “adiós, muchas gracias” a una prenda que vas a regalar-donar-tirar también puede parecer muy cursi y bastante romántico e infantil, pero de eso se trata el método de Kondo: agradecer lo que tuvimos, ya no usamos y abrir espacio para lo que viene, y por otro lado, quedarnos con aquello que sí usamos y nos da felicidad tenerlo.
Marie no se enfoca en si tu baño está sucio o si tienes una docena de trastes pudriéndose en el fregadero, pero sí en el acomodo de aquellos objetos que usamos frecuentemente y que el tenerlos a la mano nos evitará estar buscando como locos y revolviendo todos los cajones y dejando más destrucción a nuestro paso solo por una simple cuchara, trapo o calcetines.
También pensemos que por lógica y porque somos muy inteligentes sabemos cuándo y qué sacar de nuestra casa, pero hay situaciones a las que probablemente nos enfrentemos en algún momento y estemos llorando porque no sabemos qué hacer con el montón de cosas que eran de nuestro padre, madre, hermano o pareja que ha muerto. Si borrar el número y fotografías de tu ex novio es todo un reto, ahora “sacar” las prendas que fueron de alguien y que nadie más utilizará en nuestra casa puede desencadenar en problemas mentales de riesgo.
Hay quienes viven en un aparente desorden y saben perfectamente dónde están sus cosas y tienen sus temporadas de limpieza y organización profunda, pero nunca está de más poner en práctica algunos consejos que nos ayuden no solo a despejar espacios en la casa, sino también visualizar si esos objetos que tenemos guardados realmente nos servirán y los queremos para el futuro que estamos proyectando.
Quizá quien haya experimentado una mudanza sepa lo desesperante que es, primero, organizar todo para dejar vacía la casa y sea más práctico el traslado hacia un nuevo hogar, y el infierno que resulta llegar al nuevo espacio y tener que acomodar toda tu vida vertida en cajas y bolsas. Hay cajas y bolsas que duran años sin acomodarse y eso es señal de que no recordamos que tenemos ahí y seguramente ni usamos ni nos sirve. Con los ojos cerrados podríamos tirar todo eso sin echar un vistazo previo, si fuera urgente no estaría olvidado.
Hay que darle una oportunidad a Marie Kondo y probar si realmente el doblar los calcetines –y no hacerlos nudos o hechos bolita en el cajón- nos darán mayor espacio y no arruinaremos el elástico –como ella asegura- pero sobre todo, aprender a desprendernos de las cosas, revisar una por una las tazas, blusas, libros y hasta fotografías que tenemos y quedarnos con aquello que nos hace sonreír y nos es realmente útil. El reto también es hacer de esto un hábito, un hábito que pudiera parecer lógico y sencillo pero que también lleva el saber cómo gastamos y en qué, y que a esta japonesa le ha dado fama internacional y ser la única Marie Kondo.