Para bien o para mal, lo que uno escriba en las redes sociales es carne de cañón. Las celebridades, figuras públicas, políticos, deportistas, escritores y artistas, son más susceptibles a ser víctimas del “cyber bullying”, pero nadie se escapa, el mundo del “social media” es una coladera para sacar las más profundas frustraciones de aquellos que se escuda en un perfil falso, o no, y que por pagar el internet y tener una cuenta, puede vociferar lo que desean, muchas veces desde la ignorancia y otras tantas desde la rabia de un sistema que no cambia.
Sí, las redes sociales son esa línea delgada para ser irónicos, ácidos e irreverentes, pero es que a veces traspasamos el límite y nos volvemos inquisidores. Claro que traen cosas positivas a nuestro cotidiano, por ejemplo, Guillermo del Toro a través de ellas se enteró que un grupo de niños estaban buscando fondos para ir a la Olimpiada de Matemáticas en Sudáfrica y decidió pagarles los boletos de avión, pero otras veces las redes son utilizadas para efectos negativos, por ejemplo su ejecución para fomentar las fake news y viralizar contenidos que trasgreden la dignidad del prójimo.
Platiqué sobre este fenómeno con la escritora Margo Glantz, quien en noviembre del 2018 presentó en la FIL el libro, “Y por mirarlo todo nada veía” de editorial Sexto Piso, un texto donde precisamente analiza estos fenómenos con la sobresaturación de información a la que estamos expuestos.
“La invención de las redes sociales fue muy importante y ha servido mucho, pero siempre el sistema, de una manera muy perversa, de manera oculta y anónima, aprovecha todas las tecnologías a su favor y lo hace para hacer más violencia”, explica. Ella es una usuaria asidua al Twitter y ve que la gente en estos tiempos tiene una imperiosa necesidad de externar sus opiniones en esta red o en las que esté suscrita.
“Estas nuevas tecnologías son un ‘Big Brother’ más potente que la televisión, son más instantáneas, masivas y simultaneas. El resentimiento y la violencia de la gente se soliviantan en las redes sociales, a veces de manera muy desagradable. (Afortunadamente) uno tiene el recurso de bloquear a la gente, pero a veces lo dejo porque es interesante ver cómo se dan ciertas reacciones”.
La inmediatez es otro factor que carcome a todos, quieren enterarse de todo a la brevedad, si no encuentran lo que buscan en un segundo, se frustran y abandonan de inmediato aquel sitio web o blog que no les daba lo que necesitaban. Además, también las redes sociales han jugado en la cancha de la morbosidad, pero aclara Margo que ésta siempre ha sido inherente a la sociedad.
“Siempre ha habido una morbosidad, a la prensa roja la lee mucha gente desde hace muchos años y antes de que hubiera periódicos, se pregonaban las noticias y la gente se interesaba en los asesinatos, ha sido una cosa muy común, pero con las redes sociales se ha intensificado a un grado impresionante. Aprovechando la capacidad de morbosidad que tiene la gente, se incide en ello y se provocan cosas muy nefastas”.
Recuerda Margo que su acercamiento a Twitter tuvo que ver con un fenómeno que se dio en Egipto y en Túnez. “Vi que había una reacción muy importante en estos países de regímenes muy autoritarios que censuraban a la gente. Y el Twitter fue como un desahogo porque a través de él encontraron formas de reunirse, creo que todavía se puede hacer eso; Obama lo utilizo de manera positiva, pero Trump de manera negativa. Entonces, hay que estarlo valorando, me pareció muy interesante que hubieran esos movimientos libertarios breves y fallidos en Egipto y Túnez”.
Señala que ella encuentra en Twitter la manera de sintetizar ideas que de otra forma no funcionarían en el arte de la escritura. También cuenta que ya no tiene tiempo para explorar nuevas redes, solo usa el Twitter y el WhatsApp. Cuando hicimos esta entrevista me dijo que horas atrás se había dado cuenta que tenía un sentimiento de agobio, como si estuviera aislada del mundo porque su celular lo había dejado en la habitación, y yo me sentí identificado, hoy día si uno se aleja de su teléfono móvil cinco minutos, la ansiedad se apodera inmediatamente de nuestro ser.
Imágenes de Fabricio Atilano.