Muchas veces pensamos que la política es una cosa lejana de nosotros, que sólo les corresponde a los políticos y quienes trabajan en gobierno hacerla. Sin embargo, nosotros somos entes políticos que vivimos dentro de organizaciones sociales que nos marcan ciertas pautas de comportamientos, de belleza e ideales a los que aspiramos en lo individual.
El tema de los estándares de belleza, tanto masculina como femenina, es un tema que por mucho tiempo nos ha obligado a menospreciarnos si no encajamos entre los estándares “correctos” para mostrar la desnudez de nuestros cuerpos. Al menos así lo he vivido yo.
Es muy común ver en redes sociales fotografías de cuerpos esculturales, de hombres y mujeres que nos hacen pensar: “Qué bien que sale sin camisa o con poca ropa”. Pero qué pasa cuando encontramos cuerpos “fuera de los estándares” que se muestran semidesnudos. Lo primero que viene es la crítica: “¿Cómo se atreve?” “¡De pena ajena!” “¿Quién le dijo que se podía mostrar así?” “¡Qué ridículo!”
Sin darnos cuenta, este tipo de comentarios y expresiones fomentan demasiado daño a la sociedad y se marca más en hombres gays o bisexuales. La crítica a las personas con cuerpos que presentan sobrepeso o con cuerpos no “acordes” a una estética atlética, ayuda a fomentar el odio en uno mismo y muchas veces a comenzar un proceso de rechazo propio, que a veces puede terminar en depresión o desvalorización de las personas por no tener un cuerpo “agradable”.
Hace poco conocí la serie fotográfica “Vello” de Afif Kattan en la que muestra fotografías de hombres velludos, en blanco y negro, mostrando la sensualidad de sus cuerpos con la vulnerabilidad de encontrarse desnudos ante una cámara. Teniendo como eje rector la erotización que puede provocar un cuerpo masculino con vello.
La serie comenzó con modelos y amigos del fotógrafo, con el tiempo hombres con distintos tipos de cuerpos fueron solicitando ser parte de la serie. De esta manera, con más de 40 hombres fotografiados ha logrado crear una serie con diversidad de cuerpos desnudos que muestran su lado más sensual y continúa involucrando a hombres velludos cada vez más diversos.
Después de conversar con el fotógrafo, surgió la idea de que yo formara parte de la serie. Dije “sí”, pero lo veía como algo lejano que pospondría hasta que estuviera “más en forma”. Un día en la tarde recibo un mensaje de Afif y me dice: “mañana tengo espacio para tus fotos de vello. A las 10 am”. Lo primero que se vino a mi mente fue: “No, para mañana no”. Y los pretextos comenzaron a surgir: “es muy poco tiempo”, “no he hecho ejercicio”, “tengo cosas por hacer” (que no tenía) y así continué hasta que caí en cuenta de que todos estos pretextos eran puros miedos, porque consideraba mi cuerpo no atractivo para mostrarlo desnudo.
Durante mucho tiempo he vivido en carne propia, el desprecio a mi cuerpo por no ser atlético o delgado. Ha sido un tema que desde mi adolescencia me ha acompañado y muchas veces ha demeritado la persona que soy o mis logros, simplemente porque mi cuerpo no entra en los estándares estéticos del mundo gay.
He conocido personas que me han dicho: “estás muy guapo, pero si adelgazaras estarías mejor”, “me encantas, pero si bajaras 10 kilos, serías mi hombre ideal”, “deberías ponerte a dieta, porque los sentimientos nadie los ve”.
No sé si esas personas me decían esos comentarios pensando que los tomaría como un aliciente para cambiar mi estilo de vida y decir: “¡Sí, a huevo. Ya me pondré súper en forma!” Pero no, causaban todo lo contrario, una desesperación por hacer todas las dietas, tomarme todas las pastillas y hacerme todos los tratamientos para adelgazar. Sin embargo, nunca lograba el objetivo.
Todos estos comentarios que me habían hecho, eran los que se escondían detrás de cada uno de esos pretextos que ponía para no hacer la sesión. Hasta que dije: “¡Chinguénse! Lo voy a hacer”. Era mi manera comenzar a romper con esas ataduras que aprendí desde mi adolescencia.
Al día siguiente acudí, me desnudé, posé y terminamos la sesión. Al ver el resultado fue muy fuerte ver mi cuerpo desnudo retratado a través del lente del talentoso fotógrafo Afif kattan. En ese momento comprendí lo que por mucho tiempo había tratado de entender en libros, películas y terapias. Mi cuerpo es bello tal cual es, no sólo es bello, es atractivo y deseable.
Parece fácil decirlo, pero si tú que me estás leyendo tienes alguna inseguridad con tu cuerpo, no me dejarás mentir, aceptar, amar y apreciar nuestro cuerpo tal cual es, no es tarea fácil. Llegar a hacer esto me costó tiempo, me costó entender que todas las personas somos bellas de la manera que somos, que si bien cada quién tiene preferencias por ciertos tipos de cuerpos, eso no indica que tengamos el derecho de decirle a alguien más lo que debería o no hacer con su figura.
El tema de la obesidad muchas veces es por cuestión genética, por enfermedad, o por otras cuestiones. Hay una línea muy delgada entre dar un consejo a alguien sobre su imagen corporal para que lo tome positivamente y que lo tome como una autoagresión.
Tenemos que tomar muy en cuenta dos cosas: ¿Nos están pidiendo un consejo sobre su imagen corporal? y ¿Qué tanto conocemos a la persona como para hablarle sobre ese tema?
Una vez que tuve mi fotografía pensé en guardarla. Qué bonita experiencia, afronté mis miedos y tantán. Pero algo dentro de mí, me impulsaba a hacer algo más. Recordé a todas personas que me han dicho que estaría mejor si adelgazo, que me vería mejor si bajo de peso, que ligaría más si tuviera dos tallas menos. Y hoy les quiero decirles a todos ellos y ellas: GRACIAS. Me costó trabajo entenderlo, pero el problema es de ellos, no mío. Hoy me reconozco y me quiero como soy, un hombre con un cuerpo grande, velludo, con sobre peso y que está en la búsqueda de modificar su cuerpo con disciplina en la comida y en el ejercicio constante.
Publiqué mi foto de la sesión en todas mis redes sociales con un sólo motivo, y es aquí donde lo convertí en un acto político.
Quiero demostrar que no tengo problema en mostrar mi cuerpo, que considero que es bello y que nada ni nadie me hará sentir menos por no tener un cuerpo acorde a sus estándares, habrá otros estándares en los que si entra.
Habrá quien comience con comentarios negativos, descalificando y asustándose por mi acto. Lo único que tengo que decirles es que ése es tema de ellos. Yo conozco mi historia, conozco mi proceso de cambio y estoy aprendiendo a amarme profundamente como soy.
Entre más aprendamos que el amor propio es lo principal y que somos seres perfectos tal cual somos, todo lo demás viene por añadidura. Y si alguien no está de acuerdo con nuestra visión, quizá es una persona que no es necesario que esté cerca de nosotros.
Me desnudé como acto político, protestando por la promoción de solo unos estándares de belleza masculina; protestando por la recriminación de los cuerpos que no “están en forma” y de los comentarios que hieren la autoestima de las personas de manera directa o “sin darse cuenta”; protestando contra aquellos que creen que sus cuerpos no son bellos y se recriminan día a día, como lo hice yo; protestando por tener una sociedad más incluyente y abierta para apreciar la belleza humana en sus diversas expresiones.