El pasado 19 de septiembre el centro del país sufrió una tragedia inimaginable, un sismo que nos dejó pensando que el verdadero sentido de la vida es el amor, y que también nos hizo olvidarnos del ego, de la envidia y otras tantas cosas para ayudar a las personas afectadas, recordando que la vida es ahora y que estamos aquí para ser felices y dar, siempre dar.
Esta vez no se notaron diferencias entre religiones, preferencias sexuales y demás. Yo escuché de amigos que estuvieron en el terremoto, cómo es que después de lo sucedido, las personas dejaban a un lado la bolsa cara de marca para levantar una piedra y ayudar a las personas que lo necesitaban.
Igual pudo ser amor o miedo, pero se notó que somos más que ese papel que interpretamos día a día para decir que ocupamos un lugar en la sociedad, nos volvimos humanos, recordamos que la vida es solo un momento y que debería ser el motor de levantarnos todos los días y ser positivos, propositivos y amistosos.
Entre otras tantas cualidades que ahora hemos visto de los mexicanos, hemos hecho de este momento trágico un ejemplo de unión, de fuerza, de honor… además se nos olvidó por un momento juzgar, pensar mal del otro y maltratar.
Supe de amigos que salvaron a sus mascotas y algunos de ellos, por ir a ayudar a otras personas, perdieron a sus animalitos, debe ser muy triste perder a un ser querido en este hecho tan inimaginable de tanto dolor. Y aun así pudimos ver que somos fuertes, que vivimos para ser valientes, tener y dar amor a todo y todos.
Aprendamos a vivir para valorar día a día lo que tenemos, buscar a aquellos amigos que hemos olvidado y que siempre están ahí, a esa madre que nos escribe todos los días pero apenas y podemos visitar, o reencontrarnos con aquel amor loco. Yo los invito a recordar día con día cuántas cosas hay para nosotros, para cada uno, que se sientan motivados y que sonrían, no sabemos a quién le podamos alegrar esa sonrisa o hasta cambiarle el día.
Vamos México, ¡amemos sin medida!