Los melodramas en México se estaban quedando obsoletos hasta que llegaron Netflix y otras plataformas digitales que no tienen compromiso con la audiencia conservadora, para mostrarles a las televisoras cómo es que nos gustan ahora los contenidos a nosotros la audiencia.
Ya habíamos hecho clic con “La casa de las flores”, incluso con “El juego de las llaves”, pero nos faltaba un dramón en nuestras vidas, de esos de rompe y rasga y llegó “Monarca”. Mi mamá y yo nos consumimos la primera temporada el sábado, un día después de su estreno, empezamos a las 20:00 horas y terminamos a las 03:00 de la mañana. Sí, ya queremos la segunda tanda.
Esta producción supervisada por Salma Hayek donde se involucra su casa productora Ventanarosa, Lemon Studios y Stearns Castle, no descubre el hilo negro, de hecho, hemos ya visto el arquetipo de la familia poderosa y sus integrantes que son todas unas fichitas en decenas de telenovelas y series, sin embargo, aquí lo interesante es la manera de narrar este melodrama que tiene todas las cualidades técnicas de un producto cinematográfico.
Precisamente empecemos por decir que su estética, iluminación, edición y fotografía son de una calidad enorme, cada escena, si le diéramos pausa, podría ser una imagen que podríamos colgar como un cuadro en nuestra casa, se nota la manufactura desde los primeros segundos, esos atardeceres en Tequila, Jalisco no tienen madre. El vestuario, sobre todo el que utiliza Irene Azuela, es impecable y muy en tendencia, visualmente como público vamos a disfrutar mucho esta característica del proyecto que tiene tres directores, Natalia Beristaín, JM Cravioto y Fernando Rovzar, gran trabajo el de los tres.
Ahora bien, retomando la historia, la premisa de “Monarca” es acercarnos al oscuro mundo de la élite mexicana, donde los juniors heredan fortunas y negocios que casi siempre están ligados a la corrupción y al hambre de poder. Así pues, la trama gira sobre los hermanos “Carranza”, “Ana María” (Irene), “Joaquín” (Juan Manuel) y “Andrés” (Osvaldo), quienes se disputan la presidencia de la empresa familiar dedica al tequila, luego de que su padre decide luchar contra el sistema sucio que él mismo ayudó a crear.
Los tres protagonistas están excelentes, pero Irene, quien es el personaje central, está brutal, no es la típica heroína arrebatada que necesita explotar para ser escuchada, de hecho esa característica resulta un tanto arcaica en comparación al contexto en el que nos desenvolvemos ahora donde las mujeres cada vez tienen más espacios y son una voz fuerte en un entorno donde aún predomina el machismo.
Aquí “Ana María”, su personaje, es analítica, conspiradora, inteligente y contenida, tiene que ser inflexiva y despiadada cuando es justo y esas características me parece que son un anillo a la medida de Irene, quien ejecuta muy bien las acciones y motivaciones de su personaje. ¡La amo!
Por otro lado, la naturalidad con la que Osvaldo representa a un homosexual, solo hace que lo vea más sexy de lo que es. El actor se aleja de los estereotipos, pero sí toma algunos clichés para construir su personaje, pero lo hace para sumar, le va muy bien, se maneja en una línea tan doblemoralina, que es imposible no generar empatía con lo que le sucede, tanto en su vida amorosa, como en la relación que tiene con su madre (Rosa María Bianchi), una mujer de obsoletas costumbres que primero pone la imagen y el buen nombre de la familia, que la felicidad y libertad de sus hijos; debo decir que Rosa María está impecable, ACTRIZOTA que es, fría y calculadora, pero al mismo tiempo muy feroz.
Con quien sí tengo un problema es con el personaje de Juan Manuel Bernal, no en la manera en la que él lo ejecuta, porque él es un excelente actor, más bien donde me queda a deber es en la manera en la que lo desarrollan en el guion capítulo tras capítulo, ¿por qué? Porque me lo venden como el malo más malo, que resulta al final una ovejita temerosa, al menos yo, me siento timado por el guionista, pues parecía que iba en una vía y me lo paran en seco (sin albur), eso se llama traición. Y no es que pensara que él fue quien mató a su padre, me queda muy claro desde los primeros capítulos que no lo es, pero el giro de tuerca que le dan al rol va de más a menos, cuando tendría que ser al contrario.
Por otro lado, las sub tramas que se dan a la par de la trama principal, son interesantes, pero al menos la de los adolescentes, hijos de los “Carranza” no logra conectar del todo, tiene un buen planteamiento acerca de lo que es estar expuesto en redes sociales y el escrutinio público tanto para bien como para mal, pero se va desinflando o desligando con la historia central que luego ya no logra la sinergia que se había vislumbrado en un inicio.
Pero lo que sí es muy interesante en general, es esa visión femenina y feminista que tiene en todo su contexto “Monarca”, porque si de algo estamos ciertos, es que las mujeres van a dominar el mundo, sino es que ya lo están haciendo.