No me quiero ir, señor SAT

Un poco de drama…

Creo que de niños todos soñábamos con ser adultos. Uno creía que llegar a las cosas que hacen los grandes era divertido y cosa fácil. Tener tu dinero, gastar en lo que quisieras, ir a dónde quisieras y juntarte con quién quisieras. Tener tu casa, tu coche e ir de vacaciones cada que se antojara y seguramente todo eso lo lograrías en la plenitud de tu segunda década de vida. JA JA JA JA JA y mucho más JA JA JA JA JA JA. Qué ilusos.

Ahora que muchos de nosotros, los que rondamos los 30 años, compartimos cada vez más cosas con la adultez y nos parecemos cada vez más a nuestros padres y su forma de actuar y ver la vida –aunque no queramos- nos damos cuenta de lo que realmente significa ser adulto, lo todo lo que conlleva tratar de manejar tu vida de manera independiente y no irte al fracaso inmediatamente con tu primera tarjeta de crédito de Coppel.

En los últimos años me he relacionado más a esas cosas que supuestamente hacen los adultos, a la planificación, a lidiar con ambientes laborales que no te hacen tan feliz, a pensar seriamente sobre lo qué harás con tu vida, a desarrollar planes de supervivencia cuando la quincena llega, a valorar si realmente lo que estás comprando te servirá en algún momento o mejor esos 60 pesos que se van en un sorbo del Starbucks lo destinas para pagar el recibo de la luz.

Me he encontrado con escenarios devastadores y de mucha risa en lo personal, a darme cuenta que ni yo y ni muchos de mis amigos que nos juramos ser fieras para enfrentar la adultez, estamos realmente en ceros. Aunque estamos de lleno en la era tecnológica y en la que la información está en un desliz por la pantalla de un teléfono inteligente que bien nos puede costar hasta 20 mil pesos y hacernos sentir empoderados y sobrinos de Carlos Slim, poco sabemos cómo enfrentar y solucionar problemas que no deberían representar un dolor de cabeza tremendo y ponernos a dudar si realmente llegaremos a la vejez sin estar en condiciones de indigencia.

Sí, sabemos mucho de memes, de las tendencias más polémicas del momento, nos sabemos de principio a fin las peleas de las redes sociales, tenemos toda la libertad del mundo para indignarnos y expresarnos sobre lo que nos aqueja y nos maravilla, pero poco sabemos cómo solicitar un crédito para comprar una casa y si tenemos los puntos para hacerlo, no tenemos ni la remota idea de lo que ocurre en el SAT y para qué nos sirve, se nos pone la mente en blanco cuando nos preguntan en qué afore estamos y qué alcance tenemos, es más, no sabemos ni qué fregados significan todas esas letritas y números que conforman nuestro CURP.

Cuando me decidí a comprar mi casa, además de asustarme de lo que cuesta un departamento sencillo y nada ostentoso, lo que me dio pavor fue que no conocía nada del papeleo que me pedían, cómo se hace un avalúo, qué dicen esos kilos de hojas que te da el notario y si lo que estás firmando no le dará tu alma al diablo.

Para nada significa que uno sea tonto si no conoce de estas cosas, pero es impresionante que teniendo información tan básica en internet no sepamos de conceptos –a lo que he visto y medio aprendido a base de chanclazos- que son tan básicos en la vida de adultos como los malditos intereses, sus diferentes tipos y por qué te los cobran, si eres una persona física, moral o mutante, qué hacer en caso de que te despidan injustificadamente y cosas por el estilo que uno va aprendiendo justo en el momento que estás más que ahogado que una torta tapatía en plena cruda.

Un día estás haciendo la tarea a cinco minutos de que llegue el maestro y al otro día ya estás embriagándote con tus amigos mientras intentas descubrir el hilo negro de las responsabilidades de la tan añorada adultez y ¡pum…! YA ERES TODA UNA SEÑORA en potencia porque tus charlas se enfocan en hacer cuentas para saber cuánto te descontarían al mes y por cuánto tiempo estarás pagando un auto de agencia, entras en colapso porque alguien te está pidiendo que le factures para hacerte un pago por tu trabajo y no sabes de qué están hablando, hablas con bastante pasión sobre el calvario que viviste en infiernos que viste tan distantes como el SAT o el IMSS.

Hay gente que tiene ese súper poder de organizarse y ahorrar cada monedita de 10 centavos y otros tenemos la tremenda habilidad de dejar todo para después y tratar de solucionar nuestras inquietudes existenciales y económicas en los horóscopos y Wikipedia.

Qué padre sería y hubiera sido que desde la preparatoria o secundaria o en cualquier otro momento antes de entrar a la vida laboral, existieran maestros súper cool que te expliquen todo esto de manera divertida y sencilla: una clase para entender al SAT y sus primores, una asignatura exclusivamente sobre créditos en el Infonavit e hipotecas bancarias y que tarugadas no hacer, una especialidad en documentación personal y porque debes tenerla lista siempre, y hasta cómo evitar que una deuda por comprar compulsivamente en Zara no te lleve a la ruina por no saber cómo manejar intereses por una chamarra de 500 pesos.

Claro que hay temáticas y trámites muy específicos que quizá con la licenciatura o trabajo que desarrollemos son indispensables saber y poner en práctica, pero he aprendido y visto con mis amigos –aunque no es una regla universal- que empezar a independizarte más jovencillo te ayudará a saber que sí quieres y no de tu vida, que tan peligroso eres con una tarjeta de crédito aunque sea de Suburbia, si eres capaz de administrar tus quincenas para surtir tu despensa y pagar la renta, si es el caso, si tienes problemas de Alzheimer y olvidas cuándo que hay que pagar el internet o el predial y hasta si eres capaz de sobrevivir en los Juegos del Hambre con un paquete de galletas y café.

Al final de cuentas –de cuentas y deudas reales- todo se soluciona o siempre llegará nuestro amigo más sabiondo para llevarnos al sendero de la sanación financiera o al menos te dirá a qué dependencia necesitas ir hasta para tramitar su IFE. Mientras aprendemos, el camino también puede ser divertido, uno siente esa adrenalina de estar contra el calendario, de superar esos pequeños o grandes retos que nos quitan el sueño alguna vez.

Por el momento y no es por presionar ni que se espanten, pero ¿ya saben lo que cuesta ser viejito? ¿Cómo van con sus ahorros para cuando lleguen al sexto o séptimo piso? Se los dejo de tarea y vayan ahorrando para eso porque se nos viene, como diría Daddy Yankee, dura, dura, dura, dura y más dura.

Ilustración de @jaimejohnston7

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Norma Gutiérrez

Desde 2009 soy reportera. Soy dramática por gusto propio y le doy vueltas hasta el cansancio a cada problema.

RosaDistrito

En este blog Kike Esparza habla desde su experiencia, 12 años en el periodismo le han permitido adentrarse y disfrutar de tópicos como el cine, la música, la moda y la diversidad. Rosa Distrito es el espacio que disfrutamos todos.

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