Dicen por ahí que no hay que hacernos grandes expectativas para que el golpe no duela tanto, pero como buen cinéfilo me dejé guiar por lo que la publicidad de “Pequeña gran vida” me presentaba, un tráiler bastante divertido y con una premisa interesante sobre la trascendencia de la humanidad, pero el resultado final, al ver la cinta completa, es un sabor agridulce, tuvo un buen comienzo y terminó por ser aburrida.
Digamos que la cinta dirigida por Alexander Payne es una excelente idea en el universo de la ciencia ficción que toma aspectos de la realidad como pequeños futuros distópicos, pero en su ejecución falla en ritmo e intención, a menudo me preguntaba si era un drama, una comedia o una chick flick.
La premisa es que los humanos tienen que plantearse nuevas maneras de desarrollarse en la sociedad porque ya son muchos los que viven en un mismo mundo y las oportunidades de sobrevivencia se van acortando. Un científico descubre que puede convertir a las personas a un tamaño de 12 centímetros y por ende gastan menos dinero y espacio, en tanto la Tierra –donde viven– les será 12 veces más basta, ¿genial, no?
El problema viene cuando el director no sabe cómo dirigir su barco y plantearse cuál es el clímax de dicho acontecimiento. Matt Damon es el protagonista y con él vamos viendo cómo es que se acostumbra a su pequeña vida, es un gran actor, pero quien le roba el protagonismo es la actriz Hong Chau, quien es la mejor sorpresa del filme, al principio la vemos solo como un personaje más y poco a poco va adquiriendo tal fuerza, que es por ella que la película no resulta tan somnolienta.
En el reparto también están Christoph Waltz y Kristen Wiig, él demuestra que puede con cualquier personaje y ella que puede ser una histrión camaleónica, porque en el filme pareciera que su rol es temeroso y con muchas dudas sobre vivir en un tamaño de 12 centímetros, pero en un dos por tres sigue siendo tan graciosa como siempre.
Imagen, cortesía de Paramount Pictures
