En marzo pasado el documental “Rostros y lugares” (Faces Places), aspiraba a ganarse el Oscar como mejor documental, sin embargo, “Icarus” de Netflix se quedó con la estatuilla dorada, pero no por eso, este largometraje codirigido por el artista JR y la cineasta Agnès Varda –que además son los protagonistas– deja de ser una joya fílmica.
La pasión por la fotografía une a estos dos genios –él de 35 años y ella de 89– para hacer una película con gran calidez humana que retrata la soledad, la vejez, el amor, la empatía con los animales y otras cuestiones tan propias del ser humano. Un documental que une la visión de dos generaciones sobre la trascendencia del tiempo, los cambios sociales y antropológicos, que son una extraña ironía, pues si bien la era tecnológica nos toma entre sus manos, seguimos siendo las criaturas más inestables sobre la faz de la Tierra.
El documental aunque desarrolla una hazaña real sobre recorrer los poblados de Francia para retratar a su gente e imprimir fotografías a escala para plasmarlas en edificios viejos, casas o fincas abandonadas y darles un nuevo sentido de vida y apropiación, también tiene una estructura de narración al estilo ficción, es decir, hay escenas rodadas a propósito, pero que no le quitan realidad y emotividad, por el contrario, le suman mucho al proyecto fílmico.
La gran directora Agnès y el artista gráfico urbano y fotógrafo, conocido por intervenir calles y espacios de diversas ciudades del mundo, se funden en una amistad que traspasa la pantalla, sintiendo gran empatía por ellos como espectador y con unos deseos inmensos de entregarte a la ternura que ambos van expidiendo conforme avanza la trama que tiene muchos mensajes intrínsecos.
Por un lado, que llegar a la vejez, no es impedimento para seguir conociendo el mundo y que tampoco es una limitante la brecha generacional, Agnès encontró que puede seguir aprendiendo de la gente joven y JR que tiene toda una vida para dejarse sorprender. Cada rostro y cada lugar guardan sus historias, cada cabeza es un mundo y cada sentimiento es tan infinito como el universo. Háganse un favor y vean este documental.