La siguiente historia forma parte de la convocatoria #Sarao2020 convocada por Robsmx en alianza con Codise AC, Guadalajara Pride, Puro Mole y Rosa Distrito. El objetivo de la convocatoria es impulsar la escritura de historias LGBTIQ+ del país. Como resultado se creó un libro digital con 17 historias que puedes descargar gratuitamente en www.librosarao.com. Con el objetivo de seguir dando visibilidad a las historias que recibimos, las estaremos publicando semanalmente para que las puedan disfrutar tanto como nosotros. ¡Disfruta esta historia y compártela con el hashtag #Sarao2020!
Un extracto de mi vida
Por: Arturo Venegas
Es difícil comenzar a hablar de algo tan recurrente como el transporte que diariamente debo tomar para trasladarme por la ciudad, en esta ciudad que siempre ha sido mi hogar, en donde he crecido y en donde posiblemente pretendo permanecer muchos años más o quién sabe, quizás el resto de mi vida.
Es posible que un extracto de mi vida la pase dentro de un transporte público, mejor dicho, un autobús. Desde muy pequeño he vivido con mis abuelos, estos al inicio tuvieron un automóvil, el modelo se llamó Brasilia, en realidad era bien conocido por los amigos de la familia como la birlocha. Con el paso de los años este auto se descontinuó y al final tuvimos que venderlo en partes pues contaminaba mucho y una vez hasta nos detuvo el tránsito por todo el humo que se escapaba de él. Es entonces cuando comencé a utilizar el autobús colectivo. Quien diría que yo acabaría viéndolo de tantas formas imaginables y que durante muchos años más sería algo tan sustancial en mi vida y que hasta podría llegar a apreciar.
Eran los años 90s en San Luis Potosí, yo tendría unos cinco años, recuerdo que los lunes, miércoles y viernes solía ir a clases de natación y ya existía la ruta 10, la perimetral. Ese que pasa por las vías donde nosotros vivimos y te puede llevar a casi cualquier parte de la zona céntrica de la ciudad. Entonces esos días yo los esperaba con ansias, yo podía brincar cuando el camión caía en algún bache y gritaba de felicidad, mi abuela de un lado y mi tía Susana de otro se reían conmigo y yo reía, el trayecto se hacía mágico y quién diría que hoy anhelaría con nostalgia esos momentos, tan míos, tan nuestros, con mi abuela, que hoy ya no puede subir al camión por asuntos de salud… los años no perdonan.
Entonces la ciudad estaba cambiando y los caminos también, nosotros seguíamos en camión. En la primaria yo sufría bullying a causa de mi afeminamiento, recuerdo que a la escuela me llevaba un transporte colectivo de estudiantes, yo era cohibido y apenas hablaba.
Para el sexto año de primaria el transporte ya no coincidía con mi hora de salida, así que mis abuelos me dijeron que debía aprender a moverme en transporte colectivo sólo. Al inicio yo tenía miedo sin embargo lo hice y eso rompió parte de mis barreras personales, me abrió más y me sentía el chico más audaz e importante para hacer lo que me venía en gana, en unos meses ya no era el chico sin amigos, yo podía ir a donde quería, al cine, al centro, o hasta alguna plaza comercial, ya nadie debía llevarme. Por aquellos años, andar en camión marcó mi independencia, ya no era un niño, estaba listo para trazar mi ruta personal y ser alguien individual.
Con el paso de los años y siendo yo ya un adolescente, mi vida cambió aún más. Yo siempre supe que era homosexual, sin embargo como buen jovencito potosino, no me atrevía a decirlo. Diariamente para llegar a la prepa debía yo tomar la ruta 10 o mí perimetral, y bajarme en la calle himno nacional para llegar a la prepa. Se me hizo costumbre tomarlo a las 9 am. A esa hora había un chico que me parecía tan guapo… y cada mañana verlo era ya una costumbre; un día se sentó a mi lado. Se convirtió en mi primer novio, empezamos a tomar el transporte a diario, a vernos diario, empecé a llegar a deshoras a casa, mis abuelos lo notaban, fue entonces que salí del closet.
Regresar el tiempo a esos momentos no es fácil, pero fue en un autobús en donde me enamoré por primera vez y seguramente en ese trayecto eterno pude planear hablar abiertamente de mi sexualidad.
Con los años vinieron las decepciones amorosas y jamás olvidaré que sin rumbo ni razón me subía a ese mi perimetral para pensar y podía darle la vuelta a la misma ruta por cuatro ocasiones y seguía pensando … de alguna manera yo siempre iba en mi mundo, era mío, de nadie más.
Las cosas han cambiado ahora, mi abuela que tanto amo ya no puede salir sola a la calle, ya no río cuando el autobús cae en un bache, ya no creo tanto en las miradas como cuando adolescente y ya no soy un chico reprimido. Pero viví, y lo viví todo por mi cuenta; pensé, me puse mis audífonos y me transporté. No sé quién sea el día de mañana, si seguiré en esta ciudad y si seguiré usando el autobús, pero una cosa sí sé. Siempre añoraré mi juventud, mis momentos, mi ciudad… un extracto de mi vida que pase en ese mi perimetral.