Después de muchos meses de expectación, finalmente vio la luz “Selena: La serie”, proyecto de Netflix en conjunto con la familia de “La Reina del Tex-Mex”. Y de momento las críticas no han sido las más favorecedoras. Más que el factor sorpresa por conocer momentos privados de nuestra estrella, estaba la incertidumbre de cómo iban a narrar su vida cuando muchos de los que somos fans ya la conocemos y que además tenemos como referencia la cinta biográfica que hizo Jennifer López en 1997.
Como admirador de la música y la figura de Selena, la serie me mantuvo entretenido, la terminé el mismo día de su estreno, pero tampoco logró cautivarme como yo lo esperaba. La interpretación que hace Christian Serratos del personaje más bien tiene una estela anecdótica, funciona como contexto para conocer la historia de vida de los integrantes de la familia Quintanilla. Es decir, conoceremos más a fondo las pretensiones, las problemáticas y los sueños de AB, Suzette y don Abraham –hermanos y padre de la cantante–, cosa que no está mal, pero entonces la serie pudo haberse llamado “Las vicisitudes de la familia Quintanilla”, por ejemplo.
Como reportero y espectador, considero que aunque son personajes públicos, no tienen el atractivo y la fuerza de una celebridad como Selena y más bien ésta fue el pretexto para contar la historia que ellos consideraban hacía falta por revelarse, porque lo que podemos ver capítulo a capítulo es que todos trabajaron en conjunto por un mismo sueño, trabajar por y para la música, teniendo como líder e imagen del proyecto a la propia Selena, la más carismática y talentosa de todos.
Serratos le otorga la magia y candidez que merece al personaje, ha sido señala de no parecerse a Selena ni en las facciones, ni en la corporalidad, ni en sus movimientos, pero yo sí veo un trabajo interesante de interpretación, porque hay que recordar que esto no se trata de una imitación, sino de una recreación, y como la profesional que es, también tiene que mostrarnos su identidad histriónica, mimetizarse no tiene nada que ver con ser una copia exacta de lo que era la diva de Texas.
Otro aspecto positivo es que la gente podrá conocer el repertorio más viejo de Selena, de cuando estaba influenciada por divas del pop como Madonna, Janet Jackson y Paula Abdul y de cómo tuvo que sacrificar el querer cantar en inglés, para primero ganarse al público mexicoamericano y entonces poder pensar en el crossover. La línea narrativa de hecho es muy similar a la de la película de 1997 por lo que no hay muchas sorpresas de por medio.
Los números musicales que se representan en la trama están muy bien ambientados, el vestuario y la escenografía también son un punto muy atractivo, pero sí hay escenas donde sí se nota el uso de pantalla verde y eso no luce tan cool para una producción que seguramente contó con un gran presupuesto.
Entonces, la conclusión a la que llego es que esta serie debe ser vista desde los ojos de recordar a una leyenda de la música para disfrutar el legado que dejó, claro, con las respectivas dosis de drama que tiene cualquier ficción. Ahora habrá que ver cómo pinta el tema de su asesinato en la segunda parte, porque sí, en los últimos capítulos de la primera parte hace acto de aparición Yolanda Saldívar.