Tuvieron que pasar más de 20 años para que se retomara una de las historias más contundentes en la filmografía mexicana, “Sexo, pudor y lágrimas”, película que fue un parteaguas en la manera de retratar el amor y el sexo a propósito de cómo se vivían las experiencias, emociones y sentimientos a finales de los años 90. Sin embargo, la perspectiva de las relaciones sexo-afectivas ha cambiado y también es importante retratarla, y ese precisamente es el contexto de la secuela de este proyecto.
Quien lleva las riendas de la narrativa es Alonso Iñiguez, un joven cineasta que ya está en boca de todos por su visión creativa y la manera en la que enaltece a sus actores a través de la línea interpretativa tan rica y emocional que se aprecia en esta segunda parte, que además, hay que subrayarlo, es la ópera prima de Alonso.
Tuvimos la oportunidad de conversar con él vía Zoom sobre las emociones que le genera ser partícipe de una historia que conserva la estética, la narrativa y la esencia de la primera parte, pero en un halo contemporáneo donde las temáticas se exploran desde la libertad y la autonomía, sin clichés.
Alonso recuerda que llegó al proyecto a través del productor Matthias Ehrenberg. “Él un día fue al teatro y vio una obra que yo había dirigido”, y terminando la puesta en escena preguntó a una de las actrices quién era el director. “Entonces, él me dijo: ‘oye, soy productor de cine, ¿quieres dirigir una película?’… Y le dije que sí, al día siguiente estaba en su oficina recogiendo el guion, así de simple y de fácil fue la invitación, y la verdad es que no puedo estar más que agradecido con Matthias por la oportunidad”.
Explica que cuando ya estaba inmerso en este universo, tanto él como el productor se echaron un clavado en la primera parte para estudiarla, “y para saber cómo eran los personajes, para no traicionarlos, para conocer cómo habían quedado al final para poder establecer qué podría suceder en una secuela a partir de ahí”.
Sobre su anécdota con la película, en cuanto a la primera vez que la vio, responde: “La realidad es que yo tenía 14 años cuando salió la película, me metí al cine de contrabando para poder verla. Y me acuerdo que me impactó mucho, pero si soy honesto, no me acuerdo por qué. Y ahora que la volví a ver entiendo, había temas que no se habían tocado, escenas de desnudos, de sexo… y al mismo tiempo de un humor muy interesante”.
Pero, ¿cuáles fueron los retos para Alonso al momento de darle continuidad a esta historia? “Siento que el punto justo de la película es retomar todos los elementos que componen la primera, pero replantearlos en una modernidad, en un lugar contemporáneo donde ya no se puede hablar desde la misma forma de las cosas de las que se hablaban en 1999”, precisamente del sexo, del pudor, de las lágrimas y del amor.
“Porque incluso uno ve la primera película y hay ciertas cosas que ya se sienten que no son actuales. Y esa fue la labor de la segunda película y la labor de todos nosotros, que fue volver a tomar esos temas que se volvieron tan icónicos y replantearlos para hablarle a un público más amplio y a una generación que concibe al amor en un abanico de posibilidades mucho más amplio”.
En esta segunda vuelta el pasado llama a la puerta para descolocar a los protagonistas, quienes a través de sus hijos ven las infinitas posibilidades de amar, habrá más preguntas que respuestas y más dudas que soluciones, pero la vida misma se trata de eso, de estar en una continua dinámica de prueba y error.
Cecilia Suárez, Susana Zabaleta, Víctor Huggo Martin, Jorge Salinas y Mónica Dionne le dan la bienvenida a Ximena Romo, Victoria Volkóva, Naian González Norvind, Paco Rueda y José Ángel Bichir a este universo que se deconstruye a través de una interesante estela femenina donde las masculinidades fluyen sin temor al cambio.
“Yo siento que lo que a mí me parece importante es traer estos temas a la mesa, pero no de una forma dramática, en el sentido de que alguien salga del closet, que todos se sorprendan y que la mamá se ponga a llorar, es más bien abrazar esos temas y decir: Hay diversidad… porque uno sale a la calle y hay todas las posibilidades de género, de preferencias, y de estructuras amorosas y de pareja”.