En HBO Max ya está disponible la secuela de “Sexo, pudor y lágrimas”, la cual llega más de 20 años después de que se estrenara la primera parte. Cecilia Suárez, Susana Zabaleta, Víctor Huggo Martin, Jorge Salinas y Mónica Dionne retoman sus personajes e invitan al público a redescubrirlos, pero también les dan la bienvenida a Ximena Romo, Victoria Volkóva, Naian González Norvind, Paco Rueda y José Ángel Bichir.
Ahora quien dirige la segunda parte es Alonso Iñiguez, otorgándole una visión contemporánea al proyecto pero desde la propia estética y narrativa de la primera entrega, la cual rompió esquemas al hablar sobre la sexualidad, la fidelidad, la monogamia, el suicidio y la drogas, pero ahora toca otras líneas argumentales desde la libertad y el empoderamiento a través de conceptos como la identidad de género y el poliamor.
Aquí en esta nueva entrega también el pasado llama a la puerta para encontrar respuestas, las cuales no serán del todo reveladas, pero sí llevarán al espectador a intuir y descifrar a través de los personajes los paradigmas de la vida. Es interesante como el director retrata con gran naturalidad la intimidad de las relaciones sexoafectivas, sin juicios de valor de por medio.
Los nuevos personajes le añaden una frescura muy particular a la película y los personajes de siempre son un acompañamiento, un espejo en el que te puedes mirar sin pudor, pero sí con lágrimas, de hecho se resignifican los conceptos que le dan nombre.
Victoria Volkóva es un gran descubrimiento como actriz, es increíble cómo dibuja a “Sam”, su personaje rompiendo los paradigmas de lo preestablecido por la sociedad, la química que tiene con Ximena Romo es fulminante, ambas sacan chispas de la pantalla. Por otro lado se genera también una conexión muy bonita entre Naian y José Ángel a través de sus roles, me encanta que ella no tenga filtros a la hora de hablar del amor y de la fidelidad.
La película tiene un humor muy agradable, el cual se lo otorga Paco Rueda y otros personajes secundarios en un viaje alucinante y astral, pero ese tono interesante de humor se rompe cuando aparece Jorge Salinas, creo que ese planteamiento para incorporarlo a él, está muy random, es incómodo de ver como espectador, incluso pareciera que el actor no se siente cómodo en esa situación, porque tampoco él es muy simpático que digamos, lo he entrevistado y sí que da miedo.
Una atmósfera más anecdótica, considero, hubiera funcionado mejor para que la línea narrativa no se rompiera en ese momento y así poder justificar la relación que se verá más adelante con el personaje de Ximena. Pero independiente de eso, sí se cuenta una historia bonita, sensual, que te llega al corazón y te mueve fibras de acuerdo a tus propias experiencias de vida.