Hago una pausa que considero necesaria. En este mes, en este año, en este siglo. Una pausa que no creía se requería debido a que gracias a la expansión de internet, todxs
podemos tener acceso a diversas lecturas sobre gran variedad de puntos de vista, varias de ellas sin tener que pagarlas siquiera. Muchas veces me he encontrado en el punto de decir «¿Y en serio qué de nuevo les puedo sugerir que seguramente no hayan leído ya?» frente a esta debacle, me encontré en estas semanas previas al paro
#UnDíaSinNosotras a infinidad de conocidas en redes sociales compartiendo puntos de vista sobre el movimiento, todos ellos en calidad de superioridad moral («Sororidad tam-bién es no andar con hombres casados» o el «Nadie más») y por supuesto, todos ellos, sacados de imágenes de Facebook.
En el trabajo estábamos discutiendo si es que faltaríamos ese día; la mayoría de mis compañeras estaba de acuerdo en que faltemos, pero de entre todas, la voz de una com-pañera fue la que resaltó con mayor ahínco cierto temor ¿tenía miedo que tomaran repre-salias y no nos pagaran? No ¿Tenía dudas respecto al no ir y que resultara que fue la única que faltó? No ¿Entonces? Su temor, según me expresó, de manera literal, era que vio en una publicación de Facebook que si apoyaba el paro, si se solidarizaba con las mujeres, si apoyaba a las feministas, apoyaba el aborto. Ese era su temor.
Le pedí que leyera sobre feminismo. Le pedí que buscara más información «no, pero si yo veo en el Facebook dice todo» fue su respuesta.
Leer sobre feminismos es algo complejo; existen demasiadas posturas y puede llegar a ser caotico pero ¿es necesario? Si me hubieran preguntado esto hace un par de años, mi respuesta no habría sido tan clara como la tengo ahora: no solo es necesario, es vital.
Para comprender lo compleja que es la sociedad, para entender que todos los fenómenos que rodean a los grupos sociales no pueden (ni deben) ser explicados por un simple «hombres vs. mujeres» es necesario hoy, como lo ha sido siempre, leer sobre feminismos, teoría de género y todas aquellas lecturas que nos incomoden, que nos hagan cosquillas respecto a los comportamientos que tenemos con otros, eso es necesario.
Tal vez si con anterioridad hubiéramos leído más, no estaríamos en la situación que nos aqueja hoy; al leer tus sentidos se despiertan, se vuelven más perceptivos ¿esto que es-toy diciendo vulnera a alguien?, ¿Esta película, este chiste, vanaliza la violencia?, ¿En serio es importante que cuente este chiste?, ¿Por qué no hay más mujeres en las con-tiendas para la presidencia?, ¿Por qué se desacredita el punto de vista de una mujer mi-nimizando sus «histerias» al plano sexual?
Anteriormente se quemaban libros para evitar que las ideas se esparcieran, que contagiaran a las personas con puntos de vista «peligrosos» para la sociedad, para el gobierno, para la iglesia, si se hablara más sobre eso en la escuela, tal vez valoraríamos más cada ensayo, cada manifiesto, cada novela, cada cuento. Con esto no quiero decir que debemos congeniar con todas las ideas propuestas por los escritores ¿no es para eso el pensamiento crítico, la libertad de expresión? Todxs tenemos el derecho a diferir con las ideas de alguien, lo que no debemos nunca es invalidar automáticamente los argumentos sin haber leído a profundidad la propuesta y mucho menos invalidarla porque el género (o falta de ello) a la persona que está escribiendo.
No, esto no es una «Batalla de los sexos» ni de «gente buena vs. gente mala» Es una guerra contra los ideales perpretados por siglos y que aún hoy, habiendo «avanzado» tanto en materia de género, aún hay quienes no logran ver que sí, la homofobia, el feminicidio (de mujeres cis género y trans), el acoso sexual y la violencia tienen su origen en el machismo, ese del que se desconocerá sus alcances mientras ignoremos de dónde viene y cuál ha sido su propósito durante todo este tiempo.
En muchas partes he visto quejas sobre que a «los mexicanos no les gusta leer» pero la realidad es que sí leemos, leemos imágenes en redes sociales, posts, cadenas de Whatsapp y tuits que nos dicen de manera sesgada y tendenciosa la interpretación de alguien que considera que su versión de «la verdad» es la correcta y la transmite a cien-tos y miles de personas que si coinciden con la postura, se consideran informados y si no, se mueven a la siguiente publicación que sí represente sus «ideales» y «valores» para seguir con la plaga del mensaje.
Debatir es bueno siempre que se tienen todos los argumentos necesarios para demostrar la premisa, pero si nos limitamos a la poca información de los titulares y a escupir comen-tarios en redes sociales solo para «ganarle a la feminazi» poco estamos haciendo por el crecimiento personal, lo que después se refleja en un poco crecimiento en la sociedad.
«Books are weapons in the war of ideas» rezaba el slogan impreso en los libros publica-dos durante la Segunda Guerra Mundial que bien puede ser retomado ahora, ante un Estado sordo a la calamidad, ante una sociedad que se niega a reconocer su podredumbre y ante un día a día donde tu vida corre peligro solo por ser leída como mujer. Hay que armarnos con todas las ideas que podamos, con todos los argumentos para comenzar a esparcirlas en donde encontremos, no para «defendernos» de quienes nos atacan para burlarse o para demostrar que sabemos, sino porque ante la ignorancia, no hay mayor poder que la información, que la opinión propia.
Si te animas, te dejo aquí una lista de los libros que recomiendo:
What my mother and I don’t talk about
Editado por: Michele Filgate
Editorial Simon & Schuster
Queering Anarchism
Editado por: C.B Daring, J. Rogue, Deric Shannon y Abbey Volcano
Editorial: AK press
Revolting Prostitutes
Juno Mac & Molly Smith
Editorial: Verso
What we talk about when we talk about rape
Sohaila Abdulali
Editorial: The New Press
Gender outlaws
Kate Bornstein