La película mexicana “Straight”, cuyo guion y dirección corre a cargo de Marcelo Tobar, donde además la producción y el rol principal recaen en Alejandro Speitzer, es un ejercicio interesante para volcar del teatro al cine, lo sugestivo, erótico y emocional de esta historia, la de un hombre que siente atracción tanto por mujeres como hombres.
Tobar desarrolla una atmósfera que no se aleja de la estructura del teatro en cuanto a los diálogos y los entornos, eso luce sofisticado y minimalista en la pantalla, pero también hay desencantos, porque los chistes o ciertas frases que dicen los personajes no toman la misma fuerza en la pantalla grande que en el teatro.
Hubiera sido más interesante hurgar en los conceptos que ahora se desarrollan con las generaciones más jóvenes, que aunque sí hay esos guiños, la verdad es que el argot de la diversidad sexual es bastante amplio y considero que esto queda muy reducido en la pantalla.
Debatirse por lo que uno siente y quiere de la vida, es un dilema con el que a diario todos lidiamos y “Ro” (Alex Speitzer) lo explora muy bien, en su búsqueda de identidad está lastimando a dos personas, pareciera egoísta, pero es que la vida así es de contrastes, cuando estás en un proceso de autoconocimiento es difícil que alguien más no salga lastimado. Alejandro entrega una interpretación cumplidora y honesta, pero también en ciertas escenas se ve contenido.
Sin embargo, la secuencia más icónica que tiene el filme es la del encuentro sexual entre “Ro” y “Cris” (Franco Masini), mientras se escucha de fondo “Puto” de Molotov, resignificando una canción que es tan despectiva para nuestra comunidad LGBT, es un gran acierto por parte del director y por parte de los actores que se entregan sin complejos.
Además, Franco se roba la película con su carisma y la naturalidad con la que aborda su personaje, el cual se siente más realista y presente que los de sus compañeros. Franco entendió cómo las nuevas generaciones viven su sexualidad, porque considero, él mismo comprende que es parte de este contexto social.
Por otro lado, Bárbara López explora el otro lado de la moneda con “Elia”, el de una mujer que sí sabe qué quiere de la vida y que se está cansando de las indecisiones del otro, pero a pesar de tener la claridad necesaria, también se asusta y se vulnera porque está enamorada, y cuando alguien siente amor, es capaz de tomar decisiones erróneas.
El desenlace está muy bien ejecutado, obedece a las reglas sociales de la heteronorma involucrando arquetipos y estigmas sociales a los cuales debemos seguir derribando.