Todo lo que comienza tiene que terminar y el final de “Orange Is The New Black” ocurrió el pasado 26 de julio. Aún sigo asimilando el desenlace de este proyecto pionero de Netflix que nos trajo una nueva manera de consumir la televisión. Como fan de hueso colorado que soy, quiero decir que la séptima temporada me dejó muchos sentimientos encontrados, en unas cosas estuve en total acuerdo y otros aspectos más me partieron el corazón.
Antes de continuar, quiero decirte que si sigues leyendo este review, te encontrarás con muchos spoilers, así es que es bajo tu responsabilidad. Esta última entrega además de centrarse en el final de todas y cada una de las historias de los personajes centrales, también trae a colación un tema súper vigente y polémico, el de las cárceles para los inmigrantes, donde hacen redadas y los meten a “albergues” que en realidad son prisiones, ahí los dejan mientras son repatriados, extraditados o devueltos a su país de origen.
La serie toca con gran sensibilidad este tema que demuestra la falta de humanidad y respeto que tiene el gobierno de Donald Trump para con las personas que no tienen en regla su documentación para residir en Estados Unidos. Incluso nos presenta una escena OINTB donde los niños son llevados al juez, y aunque ellos no entienden nada, los ponen a comparecer, un acto muy cruel, y seguramente la realidad es más fuerte que esta ficción. Bien por la serie que no tiene reparo en mostrar lo que sucede en el país de los sueños.
Por otro lado, me rompió el corazón la muerte de “Pennsatucky” (Taryn Manning), realmente fue un personaje que temporada tras temporada nos fue robando el corazón, se superó a sí misma en medio de la adversidad, después de vivir bajo la influencia de las drogas y los dogmas religiosos. Con su partida, también queda de manifiesto la depresión en la que viven las reclusas cuando cualquier acontecimiento por mínimo que sea, al estar en prisión hace que se maximice y que por ende, no encuentren una solución a lo que las agobia.
En ese mismo sentido, me sentí muy conmovido por el desenlace de “Red” (Kate Mulgrew), a quien vimos como la enérgica y dominante rusa, siempre llena de energía, es impresionante la calidad de actriz que es Kate, pues el personaje le requirió convertirse en lo diametralmente opuesto para transformarse en una mujer con demencia senil. También “Lorna” (Yael Stone), quien quedó aturdida después de saber que su bebé murió de neumonía en el hospital, digo, ya sabíamos que se inventaba su realidad, y de alguna manera nos imaginábamos como terminaría, pero se me cerró la garganta cuando vi a “Red” arropando a “Lorna” como a un bebé y ella su mamá.
También fue muy importante el desarrollo de “Daya” (Dascha Polanco) en la trama, primero como una cándida joven con deseos de sobreponerse al encierro y comenzar una nueva vida, pero luego el giro de tuerca que tuvo en la historia para convertirse en la dealer de Litchfield y que se consumió en el mundo de las drogas al grado de volverse una asesina. La rivalidad con su madre “Aleida” (Elizabeth Rodríguez) queda de manifiestos sobre cómo se dan las relaciones enfermizas a menudo en las familias.
“Maritza” (Diane Guerrero) y “Blanca” (Laura Gómez), sufrieron los estragos de la ley de migración de Estados Unidos, la primera siempre creyó que era americana de nacimiento y luego supo que no, que nació en Colombia y fue deportada al país caribeño. La que tuvo más suerte fue “Blanca” quien logró llevar su proceso legal de otra manera, pero como su esposo ya había sido deportado, terminó yéndose a buscarlo, un bonito final para ella.
Lo mismo para “Gloria” (Selenis Leyva), quien ya se merecía reunirse con sus hijos, y aunque siempre se quiso mostrar fría antes los problemas que vivían las demás reclusas, siempre encontró la manera de ayudarlas, ese ejemplo le sirvió a “La Flaca” (Jackie Cruz) quien decidió tomar el puesto de “Gloria” al interior de la cárcel.
“Nicky” (Natasha Lyonne) también se convirtió en una heroína tratando de apoyar a “Red” y a “Lorna”, como sabía que le quedaban más años por pasar en la cárcel, decidió hacerse cargo de la cocina y también ayudar en la medida de lo posible a sus compañeras, vivió una romántica historia de amor con una chica egipcia, siempre romántica la ahora “Muñeca rusa”.
En cuanto a “Crazy Eyes” (Uzo Aduba), el personaje adquirió una gran madurez, fue la mediadora entre “Cindy” (Adrienne C. Moore) y «Taystee» (Danielle Brooks) luego del motín que se dio en prisión cuando murió “Piscatella” y tuvieron como rehenes a varios de los guardias. Además tuvo una de las escenas más bonitas cuando se despide de “Doggett”.
Por otro lado, la serie nos dejó en claro que la impunidad persiste en las cárceles con el ejemplo de “Taystee” que aunque se sabía que era inocente del asesinato de “Piscatella”, se le condenó a ella como autora del incidente con cadena perpetua, y motivada a suicidarse el destino la puso cara a cara con ella misma y prefirió encontrar un sentido distinto a sus días en prisión, impulsando a que las reclusas que recién salen a la vida, tengan un fondo que las ayude a solventarse mientras encuentran trabajo y se reintegran a la sociedad, ahí está el ejemplo de “Cindy” que luego de los malentendidos con su madre y su hija decide vivir en las calles mientras trabaja en un asilo de ancianos.
En cuanto al final de “Piper” (Taylor Schilling) y “Alex” (Laura Pepron), me gustó que pese a todo, siguieran juntas, una romantización que tal vez en la vida real sea poco común que pase, porque pues vivir en prisión no es la misma realidad que vivir en libertad.
Es interesante como nos retrata la serie el estigma con el que viven las personas cuando salen de prisión, nadie confía en ellas, les cuesta mucho integrarse a la vida ordinaria, sufren de depresión, de ansiedad, tienen que demostrar continuamente que son buenas personas y a través de “Piper” nos damos cuenta que es muy desgastante. En tanto “Alex” tiene que sobrevivir en la selva de la corrupción para que no le dejen más años de condena, porque cualquier paso en falso es fatal para su reencuentro con “Piper”. En fin, al menos yo, extrañaré mucho a “Orange Is The New Black”, ¿ustedes?