El concepto de familia con mamá, papá y hermanos es con lo que yo crecí sabiendo que estaba bien y que era lo correcto, y ahora mi familia está conformada de la misma manera y me siento feliz y cómoda con eso, pero eso no define que así será todo el tiempo, ni si así será la que formen mis hijos, la vida nos sorprende de muchas maneras y hora lo veo con amigos y algunas de las familias que forman parte importante de nuestra vida.
Los lazos que unen a las familias no solo son sanguíneos, son aún más importantes los lazos afectivos de amor y de respeto los que le dan el verdadero valor. Ahora que tengo hijos lo veo de otra manera, porque nuestro panorama se amplía cuando tienes esa cercanía a más familias que son afines a la tuya, que aunque estén conformadas de una manera diferente, al final resultan tan parecidas porque aun con sus diferencias se tiene en común el valor, el amor y el respeto que se le da a cada uno de sus integrantes.
He conocido a unas tan hermosas y me ha tocado de cerca ver cómo se van conformando, que me resulta interesante entender y aprender cómo el amor es protagonista de finales felices. Mi amiga Bere es un gran ejemplo de ello, cuando le pregunté si le gustaría contarme su experiencia para Rosa Distrito, esto me dijo:
“Cuando era niña, soñaba con tener una familia ‘común’, es decir: mamá, papá e hijos, todos felices por siempre, no existía para mí otra posibilidad, la vida se encargó de demostrarme otra cosa, nuestro concepto de familia puede ser más amplio, puede tener diferentes integrantes, incluso puede ser que no llevemos la misma sangre.
Por diversas razones tuve que divorciarme y encontrar más tarde el hombre con el que deseo compartir el resto de mi vida, yo ya tenía dos hijas y él también tenía dos hijos, y como cereza del pastel tuvimos un hijo en común, pero el destino decidió volver a cambiar la jugada, y el único hijo en común tuvo que partir dejando a su vez incertidumbre, miedo y esa extraña sensación de desintegración, pero qué tan cierto es que… ¡el amor todo lo puede!
Llegó la esperanza de un nuevo integrante que al final no resultó ser uno, sino dos bebés llenos de luz que solo sumaban a nuestra ya inconscientemente estructurada familia, y digo inconscientemente, por qué muchas veces no nos damos cuenta que el simple hecho de amar y disfrutar a las personas nos hace familia, que podemos unirnos tanto y crear lazos tan fuertes que ni la peor de las penas podrá desunirte.
Ahora no tengo la familia que soñé, tengo algo mejor, tengo el amor de un hombre al que elegí amar, pero que también me elige a mí, puedo amar con la misma intensidad a sus hijos que ahora son míos también, tengo un amigo y compañero para mis hijas y unos nuevos hermanos para apoyarlas, quererlas, pelearlas y hacer todo lo que los hermanos comúnmente hacemos, tengo el fruto de nuestro amor con nuestros mellizos y la felicidad de sus hermanos al consentir a los bebés.
Tengo perros, tengo juegos, tengo sonrisas y también algunas lágrimas, al final creo que todo es el conjunto del verdadero término –el término familia– ese que solo nosotros podemos darle el justo valor, que solo nosotros podemos elegir a sus integrantes y que al final solo necesita un ingrediente… amor”.
Gracias a Bere por compartirme tu historia.
No importa de qué manera se conforme nuestra familia; si decidimos adoptar, o rehacer nuestras vidas y formamos una ensamblada como la de Bere, o si nuestra familia es nuclear (convencional), familia monoparental, o si se tiene otra orientación y se conforma una familia homoparental, es decir, con una pareja del mismo sexo, lo importante será que en cualquiera que sea el caso, siempre nos sepamos valiosos y respetados.
La familia es de gran importancia en nuestra formación porque es nuestra preparación para socializar, es ahí donde se aprende sobre la tolerancia y el amor.
- Fotografía, cortesía de Bere.