Habitualmente las tramas que giran en torno a temas políticos o periodísticos suelen ser muy pesadas y lentas, necesitas estar muy atento para entender el desarrollo porque si no te pierdes por completo, sin embargo, “Vice” es la excepción a la regla.
Su narración es dinámica y políticamente incorrecta, incisiva y ácida, donde sabes que los villanos son unos hijos de la fregada, pero las han dibujado también que terminas por ser empático con ellos, claro, en cuanto a la cinta se refiere, porque en realidad son seres mezquinos, ambiciosos y sedientos de poder.
“Vice” retrata al político Dick Cheney, el vicepresidente de Estados Unidos cuando George W. Bush era el mandatario de esa nación. Christian Bale, metido en la piel de este arrollador personaje, nos da una cátedra de actuación impresionante, no solo en retratar a un villano que parece que lo quieres, además está la interpretación física. En la misma línea está Amy Adams como como la ambiciosa esposa de Cheney, una mente maquiavélica que tiene mucho que ver en el actuar de su marido.
En los juegos de poder las reglas se juegan y se cambian a conveniencia y esta pareja demuestra que son unos genios para tales propósitos. En el elenco también destacan Steve Carell como Donald Rumsfeld, Sam Rockwell como George W. Bush a quien en la trama lo retratan como un titere facil de manipular y a Tyler Perry como Colin Powell.
¿Para qué una guerra? Esta cinta nos lleva a conocer como un conflicto bélico puede convertirse en un gran negocio donde a partir del nacionalismo y una campaña publicitaria impresionante se puede manipular a un país desinformado.
Sobre el personaje
A través de medio siglo, la compleja trayectoria de Cheney (Christian Bale), desde que era un trabajador de la industria eléctrica en el Wyoming rural hasta convertirse en el presidente de facto de los Estados Unidos, ofrece una mirada íntima —cómicamente oscura y a veces estremecedora, del uso y abuso del poder institucional.
En las capaces manos del director Adam McKay, la dicotomía de Cheney como dedicado hombre de familia y un titiritero político se relata con intimidad, ingenio y audacia narrativa. Guiado por su formidable e invariablemente leal esposa, Lynne (Amy Adams), y con el áspero y tempestuoso Donald Rumsfeld (Steve Carell) como mentor, Cheney se abrió paso en la estructura de Washington D.C. desde la administración de Richard Nixon convirtiéndose en el Jefe del Estado Mayor de la Casa Blanca para Gerald Ford y luego, tras pasar cinco periodos en el Congreso, en Secretario de Defensa para George H.W. Bush. En el año 2000, dejó su cargo como CEO de Halliburton para postularse como vicepresidente de George W. Bush (Sam Rockwell) con el acuerdo implícito de que ejercería su labor casi sin supervisión; sería un copresidente en todos los sentidos, excepto el título.
Las acciones astutas y furtivas de Cheney han alterado el panorama político de manera tal que sus consecuencias seguirán estando presentes en las décadas por venir. Sin embargo, es claro que hay más de un Dick Cheney, un hombre cuya reputación en el sector público se contrapone a su vida privada y evidente devoción por su familia.