Imitada, pero jamás igualada. La telenovela “Yo soy Betty, la fea” se ha convertido en un programa generacional que sigue conquistando a miles de personas. Actualmente se puede ver en Netflix. La historia ha sido reversionada a través de proyectos como “La fea más bella”, “Ugly Betty” y “Betty en NY”, pero ninguno con la magia que sigue teniendo la producción colombiana.
“Yo soy Betty, la fea” tiene en su construcción aspectos sobre machismo, relaciones tóxicas, burlas y estereotipos que ahora no son bien vistos en lo absoluto, y esa es tal vez su lección más importante, que a través de un proyecto como éste podemos reaprender y darnos cuenta que la sociedad ya cambió.
Cada que veo un capítulo me doy cuenta como las mujeres son retratadas como locas o desesperadas, pero son en realidad los personajes masculinos de la trama los patanes y sabandijas. Sin embargo, como ya lo dije, es importante darse cuenta y reaprender a través de proyectos de entretenimiento como este, la manera en la que nos estamos deconstruyendo.
Lo que seguirá intacto en la trama de “Yo soy Betty, la fea”, es que el personaje principal, “Beatriz Aurora Pinzón Solano” (Ana María Orozco) es una mujer soñadora, inteligente, con metas establecidas, decidida y elocuente, nada que ver con “Armando Mendoza” (Jorge Enrique Abello), un hombre inseguro, tóxico y ruin que necesitó de ella para salir de sus problemas.
Ana María Orozco logró dejar huella en la televisión latina con este proyecto, le dio vida e identidad propia a “Betty”, un personaje con el que sin duda todos nos hemos sentido identificados en más de alguna ocasión. “Betty” es dueña de muchos memes y de una parte de nuestras vidas. ¿Qué bonito, no?
“El cuartel de las feas” y “Patricia Fernández” son también oro puro en la serie, mujeres con distintas maneras de ver la vida y aferrándose a lo que consideran que las hace feliz. En la telenovela se retratan a veces como arrebatadas, pero es que si se analiza a fondo, todas tienen razón en cómo enfrentan sus contrariedades.